Se estrenó Piedra, papel y tijera, un asfixiante thriller psicológico basado en la obra de teatro de García Lenzi. Con mínimos recursos y apenas tres intérpretes los directores construyen un relato tenso e imprevisible.
Una casa, un hámster y tres intérpretes es lo único que necesitan García Lenzi y Blousson para transponer la obra escrita y adaptada por la primera. Todo arranca la noche que llega Magdalena, la media hermana de María José y Jesús, a la casa paterna. Justamente, el patriarca de la familia acaba de fallecer luego de intentar suicidarse, y la hermana bastarda regresa desde España para reclamar su parte de la sucesión.
La tarea no es nada fácil. María y Jesús tienen un relación claustrofóbica. Ella no sale nunca a la calle y se la pasa todo el día mirando El mago de Oz, soñando en convertirse en Dorothy. Jesús, en cambio, es más cínico, pero pronto exhibirá un perfil más siniestro y voyeurista.
García Lenzi y Blousson se apoyan íntegramente en su notable elenco conformado por Valeria Giorcelli, Pablo Sigal y Agustina Cerviño para construir un thriller psicológico que no oculta su origen teatral, pero al mismo tiempo aprovecha con ingenio las diversas herramientas cinematográficas para diseñar secuencias oníricas y lisérgicas que van intercalándose con esa realidad enferma que plantean los autores.
La violencia entre los tres hermanos se va incrementando a medida de que avanzan los minutos hasta llegar a giros narrativos imprevisibles. Una iluminación casi barroca contrasta con el comportamiento entre infantil y morboso de los protagonistas que deciden torturar a la media hermana recién llegada.
Con herramientas simples, efectos especiales sencillos y efectivos (por momentos reemplazados ingeniosamente por flashbacks simbólicos), los realizadores narran lo justo para dejar en claro de dónde nace el rencor de la relación entre hermanos. Apelando a miradas, íconos religiosos y metáforas tergiversadas de la película de 1939 con Judy Garland, García Lenzi y Blousson deconstruyen el costumbrismo y lo transforman en un universo marginalizado del resto del mundo.
La tensión increscendo deriva en un desenlace magistral con influencias del cine noir. Pero el género que mejor la define es el horror gótico, casi psicológico, con referencias a la Hammer, Robert Aldrich y Stephen King. Las interpretaciones de Giorcelli y Sigal al borde del grotesco contrastan con la notable austeridad de Cerviño. El mejor momento es cuando ambas actrices tienen un magistral duelo interpretativo. El conflicto pasa principalmente por hasta qué punto una puede llegar a manipular a la otra, cuánto la otra puede entrar en el juego y hasta dónde va a llegar el mismo.
Porque al igual que en el universal y atemporal juego de manos infantil, las batallas entre los jugadores se van a suceder hasta que uno diga basta y se dé por vencido.
El meticuloso diseño de escenografía y fotografía permite que la casona sea la cuarta protagonista del film, que cobre vida y se vaya devorando, no sólo a los personajes, sino al mundo entero: el fantasma de un padre que tuvo demasiado poder sobre sus hijos y después sucumbió ante ellos está presente. Ninguna familia está exenta de ellos, y los misterios que rodean a los tres hermanos van a ser también la catapulta para su ruina.
Apelando al minimalismo, el fuera de campo y, especialmente, a una inteligente puesta y dirección de actores, Piedra, papel y tijera es un ingenioso thriller que no oculta sus limitaciones presupuestarias y las aprovecha para generar tensión y potenciar el poder de los tres intérpretes, que entre el absurdo, la manipulación y el fanatismo crean, junto a los realizadores, un ambiente lúgubre, y un relato atrapante y emocionalmente efectivo.