A sus 33 años, Juan vive solo con su madre, Francisca, en una isla del Delta. Desde hace diez años Juan está en silla de ruedas y su entorno lo sobreprotege, algo que lo molesta. Vende pescados sobre una ruta provincial, pero por su incapacidad no sale de las islas. El mismo día en que muere Francisca, Juan recibe una carta de su prima invitándolo a la comunión de su hija en Villa Luna, al otro lado de la provincia. Poco después, pensativo en el puesto, Juan se deja llevar por un impulso y parte, en silla de ruedas, hacia Villa Luna. Es la primera vez que sube a la ruta en mucho tiempo.