En lo profundo No es casual que la primera toma de Pies en la tierra la película dirigida por el villamariense Mario Pedernera muestre una ruta enmarcada por árboles. Esa ruta conduce al ojo directo al interior entrerriano que el filme reproduce con un realismo más que acertado. Diálogos justos y necesarios, naturaleza sonando al fondo, grandes y pequeños planos, delinean el entorno, mientras que el ritmo de la isla se convierte atinadamente en el tempo de la cinta. La parsimonia del inicio invita al espectador a sumergirse en la tranquila cotidianeidad del delta, a abandonarse a la contemplación de lo poquito y mucho que pasa, en dirección análoga a la que planteó Pablo Giorgelli en el largometraje titulado Las acacias. En ese ambiente exactamente representado, Juan Espósito Moreira, alias Juancho, lleva adelante su rutina de vendedor de pescado, no obstante a sus 10 años de inválido. Escueto, estoico y reservado, el personaje que compuso Francisco Cataldi, no tiene fisura por ninguno de sus lados. A partir de un manejo impecable de los pequeños gestos y de una locución exacta, el actor cordobés asume con creces su protagónico, mostrando ante la cámara a un Juancho enteramente creíble, que genera empatía inmediata y que logra transmitir con justeza la simpleza y la pureza de su alma. La muerte de la madre del protagonista y la llegada de la carta de una prima que lo invita a la comunión de la sobrina, son los disparadores del viaje que emprende Juancho por las rutas entrerrianas, tracción a sangre y a bordo de su silla de ruedas. La travesía estructura el guión, haciendo de cada parada la ocasión para una nueva interacción. El primer encuentro cruza a Juan Moreira (marginal y fuerte como el gaucho de Gutiérrez y de Favio) con un hospitalario boxeador retirado, en la próxima estación lo aguarda un dúo de campesinos, figuras de un reparto de probados dones compositivos. Aunque todos los personajes están idóneamente planteados (hay que reconocer el mérito de Diego Alonso en la dirección de actores) la película se reserva lo mejor para la última posta. El siempre efectivo Carlos Belloso es Paco Ventura, un cantante nochero que da el toque dinámico y excéntrico a la trama, y que detona la expresión de una emocionalidad a la vez profunda y mesurada. Conmovedora y ambientera como las narraciones litoraleñas de Juan José Manauta, rousseana en la confianza en la bondad primigenia de la especia humana, Pies en la tierra es una bellísima historia sobre un hombre simple cuyo deseo más ambicioso es sentir el viento rutero dándole de lleno en la cara.
El camino a transitar Pies en la tierra (2012) es un emotivo film acerca de un hombre en silla de ruedas que realiza un viaje para visitar a su ahijada. En el trayecto una serie de personas lo ayudará modificando su modo de ver la vida. Con puntos en común a Una historia sencilla (The Straight Story, 1999) de David Lynch, Pies en la tierra cuenta la historia de Juan (Francisco Cataldi), un muchacho de 33 años que se encuentra postrado en una silla de ruedas, atendiendo un puesto de pescado en la ruta. Al fallecer su madre, dejará todos sus miedos de lado para enfrentar un difícil camino por la ruta a bordo de su silla de ruedas. Mario Pedernera, su director, plantea su primer largometraje con una simpleza llamativa. Estructura clásica, lentos tiempos pueblerinos, para ubicarnos en la perspectiva de Juan, apodado Juancho por quienes lo conocen. Como si se tratara de las historias mínimas que filma Sorín, Pedernera sabe captar los sentimientos y emociones de sus personajes para llegar al público. De Juancho conocemos poco y nada, y a medida que se desarrolla el relato conoceremos –o dilucidaremos- sus causas y pasado. La película crece con su progreso, bajo el formato de road movie en el que distintos amables y queribles personajes van incorporándose a la aventura de Juancho. El mejor es el cantante y creyente interpretado por Carlos Belloso (de gran actuación), tan exótico como entrañable. Pedernera logra con Pies en la tierra realizar un relato sólido, sensible y emocional, acerca de cómo sortear los obstáculos de la vida, ya sean externos o internos, para reecontrarse con uno mismo.
En una isla del delta entrerriano vive Juan, discapacitado que tiene un puesto de venta al costado de la ruta. Juan se mueve en silla de ruedas, tiene treinta y pico de años y vive con su madre. Un día muere la madre y Juan decide viajar, salir del pago, ir al encuentro de una prima y una sobrina (hay una carta que ayuda a disparar la decisión). Pies en la tierra tiene el noble propósito de la road movie , con sus encuentros y sus recorridos, y así lo marca desde su plano inicial. Una road movie por el interior de la Argentina, por pueblos muy pequeños. La película plantea personajes buenos, de buenas intenciones, solidarios, amables. También los plantea de hablar lento y de movimientos cansinos, y limita sus acciones y su potencial con un mandato demasiado blando y cae en el ternurismo, notablemente apoyado por una música que enfatiza lo que ya estaba lo suficientemente claro por la excesiva duración de cada situación. No es un problema la bondad de los personajes, sí su falta de relieve. No es más real un personaje por ser simple, a veces esa simplicidad se vuelve en contra de la cercanía y la credibilidad. Y el estiramiento, la lentitud injustificada y esos movimientos de cámara (el travelling en el cementerio, esos lentos acercamientos cuando miran a la chica por la ventana) intensifican la artificialidad del relato, que tampoco se juega por un ambiente enrarecido, por un cuento menos pegado a la tierra. Estos defectos y cortedades de Pies en la tierra se ven realzados, además, por sus mejores momentos, que son los que corresponden a la aparición (demasiado tardía) de Carlos Belloso, intérprete del personaje más encendido y atractivo de la película, que se contagia en ese tramo su vitalidad y excentricidad. Había evidentemente otro film más ajustado, más preciso, más seco (o más imaginativo) en Pies en la tierra . Y no estaba tan lejos. El intento de combinar Una historia sencilla , de David Lynch, con el cine de Leonardo Favio (inclusión directa de Juan Moreira , más alguna referencia a la salida del terruño de Soñar, soñar ), era un buen punto de partida. Pero no había que desechar la oscuridad lynchiana ni la vitalidad cinematográfica de Favio. Ni la imaginación de ambos, antídoto contra toda planicie demasiado extendida.
Cómo contar una historia con sencilla emoción De las varias películas del interior que están apareciendo, alentadas por el Incaa a través de sucesivos concursos y talleres, ésta es una de las que valen la pena. Cierto que tiene sus imperfecciones y ganaría con un buen pulido, pero por encima de eso tiene una historia sensible, un protagonista digno de atención (Francisco Cataldi, premio Sagai al mejor actor de la sección nacional en Mar del Plata 2012), buen elenco de no-profesionales (el único actor profesional es Carlos Belloso, que aparece como un músico divertido, muy entrador), una serie de personajes y situaciones agradables, precisa pintura del ambiente en que la historia transcurre, y tiene, sobre todo, una particular y sencilla emoción. La historia es simple. Un hombre joven, lisiado, sumido en sus tristezas, vende la pesca del día al costado de la ruta provincial, en alguna isla del Ibicuy. La vida en esos lugares tiene sus partes lindas y feas, pero trasladarse por ahí en silla de ruedas siempre es un problema. Solitario ante la muerte de su madre, el muchacho recibe de pronto una carta de la prima, casi desde la otra punta de Entre Ríos. Es una invitación para la primera comunión de la ahijada. Ellas son las únicas parientas que le quedan. Pocos días después, tras discutirlo consigo mismo, nuestro héroe ha decidido salir de su cueva y está de viaje con su perro, no importa cuántos kilómetros sean. Va en silla de ruedas. Algunos asociarán "Pies en la tierra" con "Una historia sencilla", de David Lynch, donde un viejo va en cortadora de pasto a ver a su hermano. O con la española "El Rayo", de Fran Araujo y Ernesto de Nova, donde un inmigrante marroquí vuelve a su pueblo manejando el tractor de segunda mano que se compró y con el que piensa ganarse la vida de ahora en más. Pero uno es un viejo testarudo, y el marroquí se las está ingeniando para trasladar su nueva herramienta de trabajo. En cambio para este tipo la silla es su medio obligatorio de transporte. Está forzado a usarla de por vida, y ésa es una gran diferencia. Aparte, los otros vehículos levantan aunque sea 20 kilómetros por hora, y no hay que hacer fuerza en los cuesta arriba. Por ahí va la historia, pequeña, sentida, hecha de sucesivos episodios por el camino, linda gente y buena música de Carlos Páez. Autor, el debutante Mario Pedernera, natural de Villa María, Córdoba. Lo dicho, vale la pena.
Es una road movie muy especial, porque su protagonista en silla de ruedas, cuando queda huérfano, decide ir en busca de las dos únicas familiares que quedan. Película de imágenes más que palabras, de encuentros raros y emocionales, de solos y tristes solidarios y parcos. Se luce Francisco Cataldi.
Una historia mínima en silla de ruedas Al estilo de Una historia sencilla, de David Lynch, en la que un anciano cruzaba Estados Unidos a bordo de una cortadora de césped, Pies en la tierra es una road movie no convencional sólo por el vehículo que traslada al protagonista: una silla de ruedas. En este caso, el viaje es de un pueblito a otro de Entre Ríos: a partir de la inesperada muerte de su madre, Juan (gran trabajo de Francisco Cataldi), un discapacitado motriz que vive en el delta entrerriano, se larga a buscar a una prima y una sobrina, las únicas parientes que le quedan en un mundo sin celulares ni Internet. El género de las road movies es tan atractivo como transitado: es difícil, a esta altura del partido, encontrarle una vuelta novedosa, y habría que preguntarse si no está agotado. Ya sabemos, por definición, que el protagonista se encontrará con personajes más o menos pintorescos a lo largo del camino, y que, al final del trayecto, su vida habrá cambiado (probablemente para mejor). Pies en la tierra -al igual que Road July, otra película nacional del genéro estrenada este año- no se aparta de esta receta; su mayor originalidad reside en la silla de ruedas. Las comparaciones son odiosas pero, por lo visto, parece improbable que alguna road movie argentina se acerque a Historias mínimas, de Carlos Sorín. De todos modos, el cordobés Mario Pedernera no tiene mayores pretensiones que contar, justamente, una historia mínima, y consigue que su opera prima tenga clima. Aunque unos subtítulos que aclararan esas cerradas dicciones litoraleñas no estarían de más, las actuaciones son, en general, muy buenas, y se destaca la de Carlos Belloso en la piel de un cantante rutero, místico y algo desquiciado que lleva adelante los mejores momentos de la película. También contribuye el verde paisaje entrerriano y el hecho de que, si bien la épica de la historia está basada en la condición del protagonista, no se utilice a la discapacidad como fuente de lágrimas.
Sobreponerse a la adversidad Filmada en la provincia de Entre Ríos, la "opera prima" de Mario Pedernera es una película que derrocha humanidad y muestra la tenacidad de un hombre que se sobrepone a una trágica circunstancia y decide emprender una nueva vida. "Pies en la tierra" es una "road-movie" con escasas palabras, sus personajes dicen solo lo necesario, pero lo que muestran las imágenes hablan de una serie de circunstancias, que hacen de una historia mínima algo conmovedor. El protagonista es Juan, un joven de treinta y tres años que se mueve en silla de ruedas, vive con su madre en una zona de islas, en la provincia de Entre Ríos y todos los días, con la ayuda de algunos lugareños, es trasladado hasta una ruta cercana, en la que tiene un improvisado puesto de pescado, en el que vende, a los que detienen su auto frente a su puesto, las especies que le trae un muchacho en bicicleta. LA RUTINA La vida para Juan transcurre rutinariamente. A la noche regresa a su casucha de madera. Su madre cocina y comen juntos, hablan unas breves palabras antes de irse a dormir y es toda la comunicación que tienen. Pero un día todo cambia y cuando Juan llega encuentra a la mujer muerta. La ayuda que recibe de la gente de campo, acostumbrada a ser solidaria con los más desvalidos, le permiten superar, en parte el dolor por la pérdida. Lo que viene después es el rotundo cambio que Juan decide hacer en su vida. Sólo y con su silla de ruedas se traslada a la ciudad de San José, cerca de Colón, a encontrarse con su prima y su sobrina. Los pintorescos personajes con los que se encuentra a lo largo del trayecto, le aportan no sólo emoción y color a esta película, excelentemente actuada por Francisco Cataldi (Juan) y un inigualable Carlos Belloso, en el papel de un típico cantante popular. "Pies en la tierra" propone una historia mínima, bien contada, que habla de un hombre que ante la adversidad decide no rendirse y asumir la vida en totalidad.
Cuando menos es más Hay una escena que es ejemplar en lo que respecta a los méritos de Pies en la tierra: el protagonista, Juan, llega a su casa y se encuentra con su madre muerta. Nos damos cuenta no porque diga algo (de hecho, permanece en silencio) sino por su mirada, que contempla algo que no vemos pero que podemos intuir. La puesta en escena posee la suficiente sabiduría y sencillez para explicitar un hecho sin mostrarlo ni recurrir a diálogos explicativos, potenciando el poder del fuera de campo, otorgándolo un significado dramático tan sutil como fuerte. Esa muerte es también un disparador para el resto de la trama de Pies en la tierra. A partir de ahí, Juan, un silencioso y poco expresivo hombre en silla de ruedas, decidirá emprender un viaje para buscar a una prima y su hija, cruzándose en su camino con toda una galería de personajes. En este aspecto, el film sigue al pie de la letra el modelo de road movie, y hasta se podría mencionar a un referente bastante inmediato, como es Una historia sencilla, aquel film de David Lynch con Richard Farnsworth. Pero el gran mérito del director y guionista Mario Pedernera es que consigue imprimirle su propio estilo al relato, que se alimenta de los silencios de Juan, de sus palabras que esconden un profundo dolor y frustración, de las huellas corporales que funcionan como marcas de heridas que atravesaron su existencia. Es cierto que por momentos (en especial en el último tercio) Pies en la tierra cae en la trampa de la obviedad discursiva y los lugares comunes, queriendo remarcar a través de diálogos bastante esquemáticos la incapacidad de Juan para expresarse y asumir sus deseos. Allí es donde cae en una bajada de línea que huele a manual de autoayuda. Sin embargo, en los últimos minutos logra recuperar sus mejores herramientas y encarrilar la historia hacia el lugar correcto. El plano final, donde se pueden vislumbrar, pugnando por salir, las emociones de Juan (notable la actuación de Francisco Cataldi), es sencillamente magnífico y emocionante, redondeando una pequeña y grata sorpresa en la larga lista de estrenos argentinos de esta semana.
Si uno analiza gran parte de los films argentinos que están llegando a nuestra cartelera en los últimos meses, en un año con gran presencia de títulos locales, una rápida conclusión sería decir que para asegurarse un éxito (por lo menos en lo artístico) con bajo presupuesto la mejor idea es hacer una road movie. Películas de camino, cámara en mano, escenarios abiertos que permiten captar belleza, una historia que dispare el viaje, y personajes queribles; resultados sencillos pero que, se sabe, llegan tanto a la crítica como al espectador animado; por nombrar un título Road July es un ejemplo claro y de fórmula. Sin embargo, hay películas que aún dentro de los márgenes establecidos ofrecen algo más, crean un micromundo particular, algo que las destaca y las diferencia, y Pies en la Tierra es el caso, ¿Por qué? ¿Cómo se destaca? En realidad ambicionando en apariencia menos que el resto. Luego de dos cortos, el cordobés Mario Pedernera debuta con una ópera prima cuya premisa fundamental parece ser, hacer las cosas lo más simple posible, tomar el género de Road Movie y despojarlo de todo hasta que solo quede eso, Road, camino, un personaje central, y un par circunstanciales. Es imposible no recordar aquella obra maestra de David Lynch, epítome de la Road Movie despojada Una Historia Sencilla al ver Pies en la Tierra, uno puede presuponer que Pedernera tomó esta obra como inspiración y cierto es que los resultados son lo más similar posible a aquella. Estamos en la historia de Juan (Francisco Cataldi) un hombre joven que ve el mundo desde una silla de ruedas, temeroso del mundo exterior, vive para su pescaderia rutera. Sin proponérselo el destino lo llama con el fallecimiento de su madre, y ahí toma una importante decisión, ir a visitar a una ahijada. Todo queda atrás, como si se tratase de un renacer, de un nuevo comienzo, Juan da rueda a la ruta y en el trayecto se cruzará con personajes de toda clase que influirán sobre él de manera diversa para que este hombre conozca el mundo... o ese pedazo de camino que simboliza al mundo. Conviene, en una historia tan directa como esta, no adelantar nada, no hablar de los personajes, porque los mismos no guardan secretos, son tal cual se los ve, y ahí está su magia, y lo mejor es descubrirlos en su momento, lograr el entre inmediato con el espectador. La simpleza de la historia se traslada a los otros rubros del film, el ritmo es el de la pausa, la tranquilidad de quien gusta reposar y no tiene apuro, no hay acá lugar para el vértigo. Tampoco habrá espacio para el golpe bajo ramplón, sí para la ternura y la emoción bien conseguida, sin engaños. Lo mismo sucede en la fotografía y en la edición, sin ser totalmente paisajista, transmite paz, serenidad, con tonos ocres que acrecentan el sentido campestre. La sólida interpretación de Cataldi que desde el momento se compra la película es acompañada por actores locales, de perfil más bien bajo, pero todos muy convincentes y en definitiva también queribles. Es lógico que dentro del grupo destaque la criatura compuesta por Carlos Belloso, por experiencia y confianza frente a las cámaras, sus momentos quizás sean los más disfrutables sin desmerecer al resto. Pies en la Tierra es lo más parecido a pasar un día de campo, pero de campo en serio, al costado de una ruta perdida y escuchando solo el silencio del paisaje, la magia que hay en esos momentos es lo que hace especial esta prometedora película.
Publicada en la edición digital #256 de la revista.