Pina

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Bye Bye Pina

Mezcla documental y musical, Pina (2011), el nuevo largometraje de Wim Wenders, se erige como una pícara y afecta elegía dedicada a Pina Bausch, famosa bailarina y coreógrafa alemana, directora del ballet del Tanztheater Wuppertal, fallecida hace unos años en vísperas de la colaboración con Wenders que nunca logró hacer. La huérfana troupe de Bausch se reúne delante de la cámara y la homenajea interpretando algunas de sus más famosas piezas: Le sacre du printemps, Kontakhof, Café Müller y Vollmond.

El film alterna entre teatro filmado, donde la cámara observa cual espectador el escenario, y otra modalidad más cinematográfica y compleja, en la que la cámara se convierte en otro componente de la danza junto a la troupe del Tanztheater y “monta bailando”. Mientras tanto, Wenders entrevista los pensamientos de cada miembro del Tanztheater, y les pone a recorrer las urbes y desiertos de la región de Westfalen, evocando con ellas una fantasmagoría de imágenes surrealistas que lindan entre lo cómico y lo sublime.

Rodada en formato estereoscópico, el film ostenta ser “la primer película de cine arte en 3D”, lo cual depende de la conspicua definición de “cine arte” (aparentemente aquí significa “no narrativo”). El 3D no es un componente fundamental de la obra; quizás busca emular la inmediatez del teatro “en vivo y en directo”. Wenders privilegia por sobre todo la composición fotográfica y la coreografía entre danza y montaje. Las piezas fluyen con altibajos, pero casi todas generan secuencias e imágenes memorables.

“He pasado de ser un hacedor de imágenes a un narrador de historias. Sólo una historia puede dar significado y moral a una imagen”, dijo Wenders. Su nuevo film parecería contradecirle. El formato episódico y disperso de Pina no narra desde ningún punto de vista técnico, más bien genera sensaciones en el espectador mientras que el film busca purgar las propias. Los bailarines-oradores, más que tomar el podio y decir algunas palabras, rinden homenaje a su maestra a través de la danza.

Y sin embargo, detrás de la elaborada puesta en escena, y desde la más absurda coreografía hasta la más galante, una historia oculta se enhebra entorno a Pina Bausch, que sobrevive la muerte a través de material de archivo y proyecciones holográficas sobre un escenario que comparte con sus bailarines. Ella tiene la última palabra del film: “Dancen, dancen, de lo contrario estamos perdidos”.