Pina

Crítica de Kekena Corvalán - Leedor.com

Pina es una película pensada por ambos, el director y la directora, a la que una semana antes de comenzar el rodaje se le ausenta ella, de manera imprevista y definitiva. La muerte de Pina Bausch el 30 de junio de 2009 fue una conmoción en el mundo entero. Ella ha sido una de las artistas que abrió los cauces de buena parte de la producción artística contemporánea en artes escénicas.

Ambos habían seleccionado cuatro coreografías de Bausch: Le sacre du Printemps, estrenada en 1975, clásico ballet de Igor Stravinsky, donde los bailarines se mueven con el escenario cubierto de turba hasta los tobillos. Kontakthof, estrenada en 1978, y recreada años más tarde con actores no profesionales, en el 2000 con mayores de 65 años y en 2008 con adolescentes menores de 18 años. Café Müller, estrenada en 1975, con música de Henry Purcell carga con algo del giro británico al barroco, su argumento anticipa el Ensayo sobre la ceguera de Saramago, ya que solo un bailarín tiene los ojos abiertos y corre por todo el espacio corriendo los obstáculos para que puedan bailar sus compañeros. Y la cuarta obra seleccionada, Vollmond, Luna Llena, con doce bailarines en una escena dominada por una gran roca y una permanente lluvia.

A esto debe sumársele pequeñas coreografías, acciones callejeras, viajes en tren, diálogos espaciales con la naturaleza de los suburbios, coreografías comunitarias, en una territorialización tan particular de los recuerdos que cada integrante del Wupperthal Tanztheater atesora de su experiencia junto a la maestra. Así, los bailarines, algunos de la primera camada en un teatro que ya lleva 35 años de creado, responden a las preguntas de Wenders no con palabras sino con movimientos físicos, con su memoria corporal y con el archivo afectivo de lo que aprendieron e intercambiaron.

Café Müller es particularmente autobiográfica, ya que se liga a sus experiencias de niña, cuando se escondía debajo de las mesas del café familiar para observar las relaciones de pareja e intentar comprender el mundo adulto.

El resultado de lo que propone Pina 3D es de la más pura cepa de Wenders. Ël quiso esperar a encontrar el formato que le permitiera captar el manejo espacial que implica el Tanztheater.

Por eso, a pesar de los años que llevaban pensando una película juntos, esto se le hace posible cuando descubre esta tecnología. Y el juego que propone es sumamente riguroso. Hay un uso del formato que, como no podía ser de otra manera, lo problematiza. Por un lado, el juego de cine dentro del cine que propone, con las escenas de la maqueta donde nos asomamos a ver danzar Café Müller, como en un retablo de títeres, mientras nos guía la conversación de los protagonistas.

Por otro, los desafíos de la doble cámara que puede volverse poco manuable para seguir bailarines que se desplazan por el espacio libremente, perdiendo y recuperando el equilibrio, en ballets poco ortodoxos y con coreografías difíciles de guionar, entra en juego con la propuesta de filmar a 50 cuadros por segundo para aumentar la calidad estética del film. Esto provoca repensar la relación tiempo-espacio tradicional del cine. Si bien esto finalmente no termina definiendo, porque todas las salas de proyección ofrecen 24 cuadros por segundo, Wenders sigue dando su aporte en cualquier formato. Y el resultado es una propuesta visual que capta lo fluido y orgánico de esta danza. Él analiza esta tecnología que redefine desde lo digital las grandes temáticas que están presentes en las raíces del cine en cuanto a brindar espectáculo de atracciones y maravillas visuales. Ya viene de la experiencia de Buena Vista Social club (1998) su primera película donde utiliza a fondo la herramienta digital.

Además, el recurso 3D explora el seguimiento de los cuerpos en movimientos con planos largos, y con uso de grúas que permiten primeros planos que implican un riesgo compositivo particular. Para concretarlo Wenders convoca un equipo de primer nivel en el que se destaca Alain Derobe, a cargo de lo que se conoce como “estereografía”, la composición bifocal con efecto tridimensional.

El resultado es maravilloso, de fina sensualidad, mucha cercanía para el espectador que potencia la capacidad expresiva de los bailarines.

Pina 3D es mucho más que el homenaje a la artista que todxs admiramos, Tanzfilm o mejor dicho, el primer “Tanztheater 3D film”, es también una de las primeras reflexiones estéticas sobre un medio nuevo, hijo dilecto de la industria cultural y la tecnología del entretenimiento. Es una vuelta de tuerca sobre la modernidad, su manera de concebir el espacio y al hombre moviéndose en su interior, una crisis de certeza contundente frente a la veduta renacentista que todavía nos domina, pero una crisis poética y terriblemente inquietante.