Pina

Crítica de Martín Stefanelli - ¡Esto es un bingo!

Antes de ver Pina no entendía nada de danza y era un ferviente opositor al 3D, algo así como una Lilita de la tercera dimensión. Ahora que ya la vi, sigo sin entender de danza, pero puedo decir que disfruté muchísimo con ese arte desconocido y con las creaciones de la coreógrafa alemana Pina Bausch. Y gran parte de la culpa es del 3D, de la forma en que los anteojitos negros convierten la pantalla en un escenario, no un escenario teatral, sino en uno nuevo.

Durante mucho tiempo Wim Wenders anduvo pergeñando junto a Pina Bausch un documental sobre la manera que tenía ella de observar, pensar y presentar en escena los cuerpos y sus movimientos. Cuando este 3D, el último, el que irrumpió en el cine con más fuerza que sus predecesores, apenas se estaba instalando en las primeras salas, ellos ya tenían planeado filmarlo con esa tecnología. Pero Pina murió repentinamente en 2009 y el proyecto, lejos de quedar trunco, continuó a pedido de los bailarines de su compañía del Tanztheater de Wuppertal, en Alemania. Entonces la película se transformó en una evocación de su figura, de su particular concepto de la danza y, sobre todo, de la relación que mantuvo con sus discípulos.

Para aquellos que temen aburrirse con tanto paso de baile, hay que decir que Wenders estructuró la película de manera tal que las secuencias impacten por su belleza pero no por su duración. A cada situación donde los bailarines representan alguna de las obras de Pina que se eligieron mostrar de su repertorio (Le Sacre du printemps, Kontakthof, Café Müller y Vollmond) o a cada momento donde se escenifica una enseñanza que les han dejado los años de trabajo compartidos, le sigue la voz y la imagen de algún integrante de su compañía que la recuerda en todas sus facetas. Todos son de diferentes nacionalidades, todos hablan en su lengua de origen, lo que le da a la compañía del Tanztheather un aire de epicentro mundial de la danza. Algunos logran contarnos algo acerca de esa mujer, otros suenan algo tontos cuando repiten algunas de las frases de Pina que parecen de autoayuda. Una bailarina le pide que se manifieste en sus sueños como ya lo ha hecho con otra compañera de elenco. Ninguno es determinante, ningún dato sirve para decir Pina fue así, sino para bosquejar su genio y su figura, y alimentar un misterio.

En el medio de todo esto, a ella sólo se la puede ver en unas pocas imágenes de archivo un tanto deterioradas, que contrastan con la alta definición de las coreografías en 3D, como si recuperar a la persona fuera tan difícil que todo se vuelve bastante borroso. Lo que sí se puede apreciar con nitidez y con inteligencia es su trabajo, lo que queda de ella en este mundo. Y para eso Wenders aprovecha todas las posibilidades que le dan las tres dimensiones: simula escenarios, recorre las calles de Wuppertal, te acerca a los bailarines y te invita a bailar con ellos cuando mueve su cámara por las tablas. Sólo queda dejarse llevar por los pies.