Interesante nueva visión, poco inventiva para reconquistar
El clásico cuento cobra vida de la mano de un director italiano.
Si hay una historia de aventuras y fantasía que ha sido adaptada en reiteradas oportunidades a lo largo de los años esa es Pinocho. Ya sea en forma animada o live action, el cuento infantil escrito en 1882 por Carlo Collodi de la marioneta que cobra vida y anhela ser un niño verdadero es conocido por todo el mundo a lo largo y ancho del mismo. Ahora bien, las diferencias que pueden encontrarse en cada una de las nuevas películas poco distan de la historia en sí, sino del entorno, del tono, del enfoque y de la oscuridad o claridad que se pueda tener a contar una historia. Esta historia no cambia en nada a las anteriores: Un hombre solitario y pobre que es carpintero, de pronto una marioneta cobra vida y lo adopta como su hijo y éste es desobediente a tal punto que sus propias decisiones lo terminan alejando de su padre cada vez más y más hasta que mucho tiempo después, en el interior de una ballena vuelven a encontrarse.
Todo esto define esta nueva versión del clásico cuento, en esta nueva oportunidad desde la visión europea del director italiano Matteo Garrone que hace ya un año viene cosechando galardones en el viejo continente, imprime sus formas para volver a contar la historia e intentar sorprender a la audiencia. Con la participación estelar de Roberto Benigni en el papel de Geppetto y de la revelación del jovencito Federico Ielapi ambos logran convencer perfectamente en sus roles. Desde el primer momento que uno los conoce la química entre ellos es muy fiel a lo que dice el cuento y eso mismo logra verse para con el espectador que, nunca se va a sorprender de lo que pasa, pero sí de cómo se desarrollan las relaciones.
Algo que no le juega para nada a favor es la duración, como no hay segmentos que sean novedosos, la historia inevitablemente uno la va resolviendo sin la ayuda de las imágenes y asocia todo con otras versiones y además el ritmo es demasiado “europeo”, las escenas se desarrollan despacio y con calma dándole aire y sentido a las escenas. Con una interesante puesta en escena y un despliegue de efectos especiales entre digitales y maquillaje prácticos, la ilusión de la fantasía es verdaderamente palpable.
Los inconvenientes principales que tiene el film tienen que ver básicamente con que la historia no tiene nada de innovador, el ritmo puede alejar al espectador que no esté acostumbrado a ver cine de otras latitudes que no sea de Estados Unidos (Hollywood) y de que no esté apuntada específicamente a un público, ya que queda en un limbo entre lúgubre y pintoresco que no llama la atención a los más pequeños y que al mismo tiempo es posible sea rechazada por los más grandes.