Volvió Piñón Fijo con producción cordobesa
No tiene sentido criticar las películas para niños pequeños comparándolas con superproducciones para los más grandecitos, como tantas veces suele hacerse, ignorando que cada edad tiene sus propios niveles de comprensión y sus gustos particulares. Como cabía suponer, «Piñón Fijo y la magia de la música» está pensada para los más chiquitos, y así cabe aceptarla y apreciarla. No es la octava maravilla pero cumple con su público específico y con las jóvenes madres que lo acompañan.
Inocente y alegre igual que su personaje, la película es debidamente colorida, amable, fácilmente comprensible, se apoya en un atractivo sueño infantil (hacerse diminuto y hablar con los animales, meterse en un mundo de animales dibujados) y dura apenas 74 minutos. El problema es que más que película parece un especial televisivo de una hora larga, y se hace un tantito monocorde, por más bichos y canciones que le pongan.
Por suerte el payaso de tonada serrana es simpático, va siempre adelante sin dejar de pedalear como bicicleta de piñón fijo (de ahí su nombre), y los chiquitos lo quieren. En cuanto a la historia, ya se ha difundido, empieza con un show, sigue con la visita de un grillo pidiendo auxilio para los invertebrados de su charco, y ahí va nuestro héroe a enfrentar el peligro, haciéndose diminuto para entendérselas con don José Cuis Mandoni, que, como su nombre lo indica, es un cuis, y es el malo de la película porque quiere imponer un tema de su autoría como único repertorio a escucharse en toda la región. Diríamos, un equivalente al discurso único. Para lo cual podría indicarse una solución de tres componentes: buen ánimo, entendimiento general y canciones. Y a lavarse los dientes.
Detalle interesante, se trata del primer film cordobés que mezcla animación con acción en vivo. En efecto, es una producción cordobesa, básicamente armada por Francisco DIntino («Rita y Li», «Caicaras, los hombres que cantan» y otras de Orsay Cine), Luciano «Bunny» Croatto (miniserie «Córdoba hacia el S. XXI» y otras promociones de Malevo Films) y El Maltés SA (empresa publicitaria de diversos gobiernos provinciales), con guión de Javier Morello y Pina Di Toto (coguionistas de la comedia de Daddy Brieva «Más que un hombre»). Eso sí, detrás está la imprescindible participación porteña de la experta Encuadre SA, encargada de hacer nada menos que los dibujos, y Edgar Allan Post, empresa de postproducción de imagen. Para ellas, el mayor mérito junto al payaso y el chivo que lo acompaña.
Para curiosos, un detalle raro: como productor asociado figura un homónimo del serio consultor político que ha sido dos veces decano de la Facultad de Ciencias Politicas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba. ¿O tal vez no sea el homónimo? Mario Riorda es su nombre. En fin, esto no interesa a los niños, ni tampoco a sus madres, pero no deja de ser un dato gracioso.