Pobreza visual y algunas canciones
En el traspaso de la pantalla chica al cine, el popular payaso cordobés perdió mucho.
De la explotación de fenómenos no cinematográficos está plagado el camino al infierno, ya no quedan dudas. A lo largo de las décadas, algo que funcionó fuera del cine, es forzado a llegar a la pantalla grande para extender el éxito. La mayoría de estas experiencias suele pasar al olvido, otras entran en la historia de la infamia. De Piñón fijo y la magia de la música se puede decir que ocurrirá lo primero, seguramente. Difícil es imaginar que alguien con el tiempo intente volver a ver esta película. El principal error de esta clase de producciones radica en creer que el cine es igual a la televisión, donde el nivel de concentración es mucho menor, y por lo tanto lo es también la exigencia. A pesar de su muy corta duración, la película se hace demasiado larga, porque su pobreza visual la vuelve aburrida y porque su guión es excesivamente básico y sin el más mínimo interés. En una pantalla grande, es imposible distraerse, por lo cual la concentración delatará rápidamente las limitaciones que la película tiene. El grillito Cri-Cri (personaje animado) va a buscar a Piñón Fijo a uno de sus shows para que lo rescate a él y a otros insectos de la opresión musical a la que los ha sometido el villano, Cuis, quien no permite que se interprete otra cosa que su marcha. Claro que todos estos personajes animados son pequeños y para que Piñón los ayude este deberá aceptar ser reducido al tamaño de ellos. Así, la película combina animación y acción en vivo con una precariedad que hace años ya no es aceptable en una producción de cine. Los niños fanáticos –pero muy fanáticos– de Piñón Fijo podrán disfrutar tal vez de alguna de las canciones, pero cuesta creer que alguien realmente pueda divertirse, independientemente de la edad. Como contrapunto, y fuera de la historia principal, está el Cabrito, habitual compañero de Piñón Fijo. Sus chistes, un poco más brutales, son menos malos que el resto. Pero para ser sinceros, a esta altura del cine argentino, donde el nivel general ha crecido tanto, películas como estas no pueden ser aceptadas ni perdonadas. No hay que caer en el paternalismo de dejarlas pasar por ser nacionales o para niños. Piñón Fijo y la magia de la música es la clase de película que ya no se hace, y ni como programa de televisión suministrará entretenimiento. Una última cosa: ¿Hay una lectura política detrás de la historia del film? No lo sé, tal vez es darle demasiado a un film que nos ofrece muy poco.