Cuando el marketing supera al cine
El inoxidable capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) sigue causando problema pero con un poco menos de suerte: el pirata-fantasma Capitán Salazar (Javier Bardem) busca venganza de un joven Sparrow mientras ambos continúan la carrera por quedarse con el Tridente de Poseidón, un objeto que le dará poder sobre el mar a cualquiera que se haga con él.
Se puede decir que la franquicia de Piratas del Caribe funciona de manera similar a la de Transformers de Michael Bay: focalizado en la figura del carismático capitán pirata Jack Sparrow, los productores y distribuidoras encontraron una brecha o lugar para explotar y expandir sus ocurrencias. Piratas del Caribe: la venganza de Salazar sigue funcionando – a pesar de estar muy lejos de las primeras películas en cuanto a calidad narrativa y actoral- ya que la gallina de los huevos de oro todavía es redituable a nivel audiencia y convocatoria. Lamentablemente, un producto impulsado por un personaje excéntrico, anti-héroe y sinvergüenza que ya tiene poco para contar de sí mismo en el largo trayecto de cinco películas en su haber.
En su esencia, la primera trilogía de Piratas del Caribe logró cautivar tanto a la crítica como al público, pero fue decayendo en su calidad en la gran pantalla, con una tercera parte aceptable pero fácil de olvidar. Después, se creyó que ese era un cierre digno –momentáneamente- para el capitán Sparrow ya que aparecería la posibilidad de proceder a nuevas historias en un mundo basto de fantasía, mitos y leyendas de los siete mares. Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (2011) llegó a las salas sin parte del cast original con una película olvidable e irrelevante. El film colmó las expectativas de los fanáticos como de la taquilla, a pesar de no haber realizado un producto más ambicioso y contundente.
Después de cuatro películas y con un papel de 17 años de trayectoria, Jack Sparrow continúa siendo el mismo: sus diálogos, respuestas, su cuestionada moralidad y ética siguen estando a la orden del día pero ya no es tan natural, innovador y fresco como fue hace muchos años. Un desgaste natural para un personaje que, desde un primer momento, nunca cambió ni progresó a lo que fue su vida en la gran pantalla. Tantos años haciendo lo mismo tienden a cansar y a caer en la monotonía. Esta construcción del personaje sí apareció rozando la superficialidad en la primera trilogía de la saga –cuando se creía que allí culminaría- siguiendo el hilo narrativo que proponía su triángulo amoroso con Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley). Con la cuarta y ahora quinta parte, se perdió esa esencia el personaje, exponiendo una caricatura de sí mismo. ¿Dónde está la gracia si ya conocemos qué va a decir, cómo y de qué forma va a reaccionar? Bufón y juglar de sus propias historias, el camino de Jack Sparrow seguirá naufragando por nuevas costas siempre y cuando todo el contexto que se mueva a su alrededor siga trayendo dinero, y sin reparar tanto en su contenido narrativo para alimentar la mitología del personaje.
Dirigida por la dupla de Joachim Rønning, Espen Sandberg, (Bandida – 2006) Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar revela un poco más del pasado del famoso pirata, mientras que los años no pasan solos: el hijo entre Turner y Swann llega a Sparrow con una propuesta más que interesante para el futuro de ambos. Los directores, en la idea de incluir nuevas generaciones a los relatos del pirata convocan a nuevos personajes pero de manera figurativa y con el propósito de continuar con una coherencia con los anteriores films. Ni la fotografía ni tampoco los efectos son los mejores en la cinta.
Con sus 129 minutos de duración, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar se torna lineal y poca atractiva por una historia común y con escasos giros argumentales que sorprendan al espectador. Los diálogos, gran propulsor en el dinamismo de la trama y el guion, continúan con chistes fáciles y situaciones hilarantes pero que a larga no terminan de convencer. Después de un desgaste de tantas películas con poco vuelo a nivel de guion, resulta poco atractivo para el espectador que busca algo un poco diferente. No todo lo que brilla es oro y eso recae en la última historia de Piratas del Caribe.
Si hay algo a destacar a la franquicia Piratas del Caribe es que siempre los villanos estuvieron a la altura de las circunstancias: en La Venganza de Salazar Javier Bardem (The Last Face / 2016) interpreta a un colérico coronel español quien tuvo como rival a Sparrow en sus primeros pasos como marinero. Pese a reforzar el estereotipo de español por su forma exagerada de hablar, Bardem cumple y exime un poder de odio y desquite que se deja apreciar en cada intervención en la pantalla. Un costado más crudo y sanguinario de los oficiales que enfrentaban a los ladrones del mar en aquellos tiempos, un lugar casi inexplorado referido a esta manera cruel en base a las anteriores películas
Con respecto de la pareja que acompaña a Sparrow en su aventura, Kaya Scodelario como Carina Smyth (Maze Runner: Prueba de fuego / 2015) y Brenton Thwaites como Henry Turner (Dioses de Egipto / 2016) logran una actuación aceptable pero no suficiente para poder sostener a la película en todo su progreso. Ellos son satélites que giran alrededor del gran pirata y nada más. Su desarrollo, predecible y lineal, hacen que sean un mero pretexto decorativo al argumento, sin nada diferente u original para ofrecer. Sirven como la excusa para empezar a agilizar la trama pero para nada más.
Con una escena extra, si el espectador estuvo atento y ató clavos con la resolución de la historia, le resultará muy fácil imaginar por donde estará el futuro de la saga y la próxima entrega de Piratas del Caribe, porque, mientras el producto funcione en las butacas, siempre habrá una nueva historia del inoxidable capitán Jack Sparrow.