Cuando una saga como Piratas del Caribe llega a su quinta entrega, debe prestar especial atención a no repetir su fórmula y cansar a sus seguidores. Es difícil no gastar la propuesta después de varias secuelas, especialmente cuando se trata de una franquicia de aventuras episódicas.
Esto fue lo que pasó en la cuarta película, cuando empezaron a desertar los protagonistas y solo Jack Sparrow mantenía a flote el barco, a duras penas. A fuerza de personajes nuevos y grandes elementos de la mitología pirata que aún estaban sin explotar, partió hacia rumbos desconocidos y casi naufragó en el intento.
Pero la quinta entrega, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales), que llega ahora a nuestros cines, parece haber encontrado ese rumbo perdido años atrás. Con un retorno al espíritu original de las primeras películas, tiene ese gustito familiar que logró atrapar a toda una generación. Uno de los grandes aciertos de esta película es, justamente, heredar el protagonismo a los jóvenes Brenton Thwaites (Henry) y Kaya Scodelario (Carina), mientras los veteranos vuelven a sus clásicos roles.
La trama retoma diez años después de donde quedó la tercera. Si recordamos cada cuánto tiempo podía volver Will Turner a tierra firme debido a su pacto con el Holandés Errante, es fácil deducir por dónde viene la mano. El otro gran enganche de esta nueva entrega tiene que ver con aquella última escena post-créditos.
Hay grandes regresos, muchos de los cuales han sido adelantados en internet por los numerosos posters, trailers y clips que inundaron las redes. Esta estrategia quizás no sea la mejor para quienes disfrutan de una buena revelación en el cine, pero parece funcionar para atraer a los fanáticos, un poco desencantados con el rumbo que estaban tomando las cosas.
Así, Johnny Depp encarna una vez más al icónico Jack Sparrow, encabezando un elenco de figuras por demás conocidas, entre las que se encuentra el villano más carismático y querido, Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), y un nuevo némesis del “gorrión”, interpretado por Javier Bardem; compone a Salazar, un capitán de la armada española quien, engañado y derrotado por un joven Jack, vuelve de entre los muertos buscando venganza.
Tal vez el mayor desacierto de esta película sea su duración, de más de dos horas, demasiado larga tanto para grandes (la historia no lo justifica) como para chicos (arriesgándose a perder la atención). Pero en lo que a entretenimiento y aventuras se refiere, los Piratas de Disney todavía tienen mucho para ofrecer.
Con el clásico e infaltable elemento sobrenatural de por medio, esta vez los protagonistas irán en la búsqueda de un tridente que rompe todas las maldiciones, mientras sortean una amenaza tras otra. La motivación de sus jóvenes protagonistas serán las historias familiares, mientras que la de nuestro ya conocido Capitán Sparrow sigue siendo poco más que el ron. Tal vez finalmente en esta oportunidad aprenda la lección y decida alejarse para darle paso a nuevos y más frescos personajes.
Eso sí, a no dejar la sala antes de que terminen los créditos, ya que no falta la clásica escena que hace las veces de anzuelo para la próxima aventura.