Aguas exploradas
De entrada es alarmante que Disney no se decida por un nombre para la quinta ‘Piratas del Caribe’, subtitulada La Venganza de Salazar o Dead Men Tell No Tales. Significa que el título es puramente cosmético y que la historia es tan genérica que da igual cómo se la llama. Eso suele ser problema de las películas que salen directo en DVD.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017), por llamarla algo, es no solo la entrega más breve de la serie sino también la más barata desde la segunda película, hecha en gran parte con incentivos fiscales originalmente destinados para otro proyecto. La renuencia de Disney a continuar invirtiendo en la serie se debe en parte al fiasco crítico y comercial que fue El llanero solitario(The Lone Ranger, 2013), que puso en duda cuan bancable es la estrella de Johnny Depp.
El detrás de escena sobre la producción de la película debería ser irrelevante al criticarla pero todos estos datos delatan una verdad que la película no tarda en confirmar: nadie involucrado en su producción tenía particularmente ganas de estarlo, y sólo existe para probar el agua y ver si la marca registrada aún es popular como para iniciar un nuevo ciclo de películas.
La fórmula es tan irreducible que cada elemento de la historia es “de facto”. Hay un villano no-muerto de facto, el Capitán Salazar (Javier Bardem), que tiene un feudo histórico con el protagonista de facto, Jack Sparrow (Johnny Depp), quien se ve forzado a aliarse con una pareja romántica de facto, Henry (Brenton Thwaites) y Carina (Kaya Scodelario), porque todos buscan el mismo objeto mágico de facto.
El objeto en cuestión es “el tridente de Poseidón”, el cual tiene el poder de exorcizar cuanta maldición existe en el mar, incluyendo la que aqueja a Salazar y su tripulación, condenados a infestar el Triángulo de las Bermudas como fantasmas. En una serie de películas en las que los personajes se han abocado de por vida a cazar distintos artilugios con la facultad de romper cada uno tal o cual maldición, no se explica por qué recién en la quinta buscan el que es capaz de romperlas todas, y en el tiempo récord de 129 minutos.
La mejor parte nuevamente son las interpretaciones de los tres actores que, a la fecha, son los únicos en aparecer en todas las películas: Depp, que alguna vez fue nominado al Óscar por su interpretación como Jack Sparrow y si bien su personaje ha sufrido de sobreexposición el actor continúa haciendo su gracia con un ritmo cómico impecable; Kevin McNally como Gibbs, el sufrido segundo de Sparrow y suerte de Sancho Panza; y Geoffrey Rush como Barbossa, su aliado y otrora enemigo, aquí revelando una faceta más humana del personaje.
El film signa también el retorno de Orlando Bloom y Keira Knightley. Su parte en la historia es lo que pasa cuando se dejan cabos sueltos para secuelas que nunca ocurren: quedan reducidos a pequeños cameos conciliatorios e irrelevantes, aunque probablemente serán suficientes para complacer a los fans. Bardem es servible y olvidable como el antagonista de turno. Y dado que las películas anteriores establecieron que Jack Sparrow es hijo de un Rolling Stone, ésta continúa el chiste dándole un Beatle de tío.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es la segunda vez que la serie amaga con concluir definitivamente, aunque el horizonte inevitablemente siempre queda despejado para más aventuras. La serie, inspirada literalmente en un parque de atracciones, mantiene su estándar de entrenamiento ligero y sensacional pero parece resignada a continuar repitiendo sus Grandes Hits en vez de navegar hacia aguas inexploradas.