HUMO SOBRE EL AGUA
Jack Sparrow está de regreso, aunque es lo menos interesante de esta nueva aventura.
Podemos asegurar que son pocos los que recuerdan “Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas” (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011), cuarta aventura de Jack Sparrow que, si bien acumuló sus buenos millones en la taquilla, pasó al olvido dentro de la franquicia de Disney.
Tuvieron que pasar seis años, y mucha agua bajo el puente (cuac), para que el estudio del ratón y Jerry Bruckheimer volvieran a la mar con “Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar” (Pirates of the Caribbean: Salazar's Revenge, 2017), una historia que se olvida un poquito de la anterior y retoma, más o menos, donde nos quedamos después de la tercera entrega. ¿Se acuerdan?
Los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg toman las riendas de la saga y vuelven a los orígenes, donde además del capitán borrachín, teníamos la historia de amor entre Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley). En esta oportunidad, el hijo de ambos Henry (Brenton Thwaites), bastante más crecidito, se auto impone la misión de encontrar la manera de liberar a papá de su maldición, por lo que saldrá a buscar el Tridente de Poseidón, artefacto mágico capaz de deshacer cualquier conjuro sobre los mares.
Lo primero que debe hacer en contactar a Jack Sparrow (Johnny Depp), perdido en alguna isla del Caribe. Pero no es el único que lo anda buscando. El capitán Salazar (Javier Bardem) también “requiere de su presencia” con un propósito muy diferente: vengarse por el daño que le causó a él y su tripulación, los cuales obviamente, están todos malditos y recorren los océanos destruyendo cuanto barco se les cruza por el camino.
La ecuación aventurera se completa con la joven Carina Smyth (Kaya Scodelario), astrónoma autodidacta, acusada de brujería (cuando no), que no cree mucho en estas cuestiones de la magia hasta que lo comprueba con sus propios ojos. La chica posee un diario heredado de papá que tiene las claves para hallar el Tridente, y hasta allá se dirigen todos, con ganas de poner sus manos en semejante objeto.
“Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar” es una aventura hecha y derecha, con algo de humor (no demasiado), y un poco de sentimentalismo que, en este caso le juega bastante a favor. Más cercana a las mejores entregas de la franquicia, más que nada por el carisma de sus villanos (Bardem y Geoffrey Rush, que vuelve como el capitán Barbossa) que por su protagonista, que ya agotó todas sus muecas y posturas de borracho.
Depp es lo menos interesante de esta película que se hace un poco chiclosa, pero tiene un gran tercer acto. La música, ya tan característica (aunque acá no le pertenece a Hans Zimmer, si no a Geoff Zanelli), y los grandes efectos especiales completan un paquete pochoclero que cumple mucho mejor con las expectativas de lo que nos hubiéramos imaginado.
Disney sigue apostando por sus heroínas femeninas (en este caso Scodelario) y las cuela donde puede. No sabemos si el poco protagonismo de Depp es adrede, pero se agradece que la historia esté enfocada más en el joven Henry y su cruzada. Sí, suponemos que se viene una nueva saga, ya que piratas hay para rato.