Ni a babor, ni a estribor, la última entrega de la saga de 'Piratas del Caribe' no logra siquiera levar ancla.
Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar nos ofrece varios hilos narrativos. Por un lado tenemos a la segunda generación, los hijos de personajes como Will Turner (Orlando Bloom) y el viejo pirata Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), unidos por descubrir o salvar a sus padres; y por el otro se presenta un antiguo enemigo de nuestro rockstar del Caribe, el legendario Jack Sparrow (Johnny Depp).
Quien se incorpora a la saga como archienemigo, y está obsesionado por vengarse de Jack, es el españolísimo fantasma del Capitán Salazar (Javier Bardem), teniendo en cuenta también al Imperio Británico, que ansía adueñarse de las rutas marítimas de la zona.
Hermanados, tanto el joven Henry Turner (Brenton Thwaites), quien quiere desencantar de un hechizo marítimo a su padre, como la bella Carina Smyth (Kaya Scodelario) —acusada de bruja, por ser astrónoma, una mujer adelantada a su época—, quien necesita saber la identidad de su progenitor, necesitan de Jack Sparrow para solucionar sus problemas.
Y así la cinta comenzará a navegar a la deriva, ya que todo se resumirá a una sobresaturación de elementos. Sea en las distintas líneas narrativas, que sugieren mucho, pero profundizan poco; por ejemplo: no se aprovechan los vínculos filiales, del nuevo némesis se cuenta muy poco, está metido a fórceps y encima queda totalmente desdibujado el personaje de Jack Sparrow, aquí es una figura decorativa. Solo acompaña a los jóvenes —que por cierto no poseen carisma— sin explotar el flanco desfachatado y humorístico que lo caracteriza.
Literalmente el relato hace agua porque se construye a puro golpe de efecto. Nos agotamos de ver incontables batallas corsarias, una tras otra, pareciera que la acción no culmina nunca. Nuestros sentidos quedan anestesiados. Solo se renueva un poco el aire al final del film cuando aparecen en pantalla los personajes primarios de la saga, Elizabeth Swann (Keira Knightley) y Will Turner (Orlando Bloom), en esos escasos minutos que brota la química innegable con el legendario Sparrow de Johnny Depp.