Esta cuarta parte de la saga tiene como único objetivo llenar las arcas, (de los productores). Cuando se estreno la primera (“La Maldición del Perla Negra”), a partir del éxito rotundo, dieron cuenta de una veta poco explotada en los últimos años. Los filmes de aventuras, sobre todo las historias de piratas, parecían haber perdido el encanto. Lejos estaba ya la mediocre “La Pirata” (1995) de Renny Harlin, y mucho más atrás en el tiempo la increíble “El Pirata Hidalgo” (1952) de Robert Siodmak, con el gran Burt Lancaster en el papel del Hidalgo Capitán Vallo.
Podríamos parafrasear al gran Catalán Joan Manuel Serrat diciendo
“Marchando una de piratas...
Larga vida y gloria eterna.
Para hincarles de rodillas
hay que cortarles las piernas…”
Ya entrado el siglo XXI esa primera aparición del Capitán Jack Sparrow fue bastante promisoria. Tomaba un género como el de la aventura, lo entrelazaba con otros, a saber, acción, por supuesto, pero en relación al diseño de montaje, y terror en cuanto a construcción de algunas imágenes, recuerde las apariciones de fantasmas, de personajes muertos-vivos, etc, hasta tenía tiempo para volverse romántica con la simple aparición de Keira Knightley, todo jugado en tono y ritmo de comedia satírica.
Las siguientes producciones sólo fueron una repetición de la estructura, del relato y de los personajes, los cambios eran mínimos e innecesarios, con el propósito que tuviera por objetivos el engrosamiento de los bargueños o cofres…. de las boleterías de los cines y, por ende, de los productores.
Pero el Capitán Sparrow no se entrega. Y volvamos al catalán:
“Todos los piratas tienen
atropellos que aclarar,
deudas pendientes y asuntos
de los que mejor no hablar.
Se beben la vida de un trago
y se ríen con descaro….”
Esta última entrega nos depara algunas sorpresas. El problema de nombrarlas de esa manera es que son eso, sorpresas solamente. No tienen por definición que ser agradables, en realidad son casi desagradables, empezando por el recurso tecnológico del 3D, que ya esta llevándome al borde del hastío absoluto, hasta la desaparición del personaje de Elizabeth Swann (Keira K., no se tome como alegórico el desvanecimiento en la escena de la doble K, justo en un año de elecciones en la Argentina), dejando su lugar al de Angélica (Penélope Cruz), lejos lo peor de este filme, tanto en la construcción del personaje, como el desarrollo y la interpretación. Parecería que todavía no se dio cuenta “la” Penélope que en las producciones hollywoodenses siempre hizo agua, esto no esta en referencia directa a la producción en cuestión, que en que gran parte transcurre en un barco (pirata), sino porque sólo cuando esta bien dirigida ella se luce.
En cuanto a los elementos de la historia, comienza en Londres (la cuna de los piratas), para luego incorporar zombies, sirenas con complejo de vampiro, etc. Todo sin demasiado sentido y sin ninguna justificación. La misión que le encomiendan al Gran Capitán es llegar antes que los españoles a la fuente de la juventud. Lo dicho, no hay demasiadas modificaciones entre esta y sus tres predecesoras, más allá del objeto a “usurpar”.
Las escenas de acción hasta perdieron el encanto de la exageración que tenían sus antecesoras, esa grandilocuencia de filmar con grandes escenarios y la muy buena fotografía ha dejado su lugar para que lo sostenga ineficazmente el 3D
En el principio del filme se insinuaba una especie de intento de retorno a aquella primera realización, pero la ilusión, y esto no es alegoría de ningún tipo, dura alrededor de 15 minutos, luego el relato cae en un pozo del que no puede salir, sumando sólo una sucesión de escenas que prolongan el desenlace, para en los últimos minutos volver a levantar la puntería, o a retomar ciertos riesgos presentes al comienzo. Es en los instantes iniciales donde se encuentra lo mejor de la narración, con algún que otro chiste autorreferencial, más pantalla para Geoffrey Rush, que vuelve a interpretar a Barbaroja, quien parece que esto de jugar a ser pirata se lo toma en serio. En el mismo nivel, pero que ya parece hacerlo más de compromiso que comprometido con el personaje, esta Johnny Deep, quien cumple, o al menos no defrauda, aunque se nota el agotamiento de Sparrow, en una historia asimismo caducada, con un actor que ya no se divierte animando al célebre pirata de fantasía.
Por supuesto que el cierre no lo es tal, da lugar a una quinta entrega cuando todavía no quedo en claro esto de navegar en aguas misteriosas, que de misterioso no tuvo nada, terroríficamente previsible. Dura dos horas y quince minutos, y créame que le sobran al menos 90 minutos.
“Marchando una de piratas...
Nadie doblegó su espada
y bastó una mujer hermosa
para cortarles las alas….
“No hay historia de piratas
que tenga un final feliz.
Ni ellos ni la censura
lo podían permitir.
Por la espalda, en una esquina,
gente a sueldo los asesina….”
A partir del último verso ¿Es hora de ir contratando a un sicario?