Johnny Depp vuelve a surcar los mares y los cines como el capitán Jack Sparrow
La tarea de realizar la cuarta parte de una saga exitosa puede resultar tan complicada como caminar por la plancha de un barco pirata con tiburones esperando la caída. El riesgo de alejar a los seguidores cambiando mucho la propuesta original choca contra la necesidad de variar algo para mantener vivo el entretenimiento. En esa encrucijada está Piratas del C aribe: navegando aguas misteriosas. Aunque cambió de director -salió Gore Verbinski y entró Rob Marshall-, y abandonó la línea de relato que atravesó las tres películas anteriores, el film conservó intacta su mayor atracción.
Johnny Depp vuelve a darse el gusto de hacer de bufón rockero con el capitán Jack Sparrow nuevamente en problemas con las autoridades, aunque ahora esté en Londres y en 3D. Sin que el guión se tome demasiadas molestias para explicarlo, Sparrow posee un mapa para encontrar la Fuente de la Juventud. Claro que no es el único en busca de ese mítico lugar. El rey Jorge II (Richard Griffiths) hará lo posible para que el rebelde capitán trabaje bajo sus órdenes y las del pirata devenido corsario Hector Barbossa. Interpretado por Geoffrey Rush, el personaje que podría quedar opacado por los fuegos artificiales que produce Depp, divierte y hasta logra robarle alguna escena al protagonista. No sucede lo mismo con Penélope Cruz. La actriz española es Angélica, una mujer del pasado de Jack Sparrow que regresa para utilizar las habilidades del pirata que la amó y la traicionó. Sin demasiado que aportar al entretenido festival de la sobreactuación que arma Depp, Cruz vuelve a demostrar su falta de expresividad a la hora de actuar en inglés. Así, en términos de parejas fuertes en pantalla, se destacan más las escenas que Sparrow comparte con Barbanegra, el nuevo villano (interpretado con la necesaria oscuridad por Ian McShane), y con Keith Richards, que repite en el papel de su padre en uno de los momentos más cómicos de la película.
Este film insinúa una nueva trilogía de Piratas en el C aribe conpocos elementos dramáticos de las películas anteriores -hay souvenirs como Barbossa, el Perla Negra, la brújula y el monito de Jack-, y dos nuevos personajes que parecen asegurar la continuidad de la saga. Ojalá que el misionero Phillip, interpretado por el actor británico Sam Claflin, y la sirena Syrena (Astrid Berges-Frisbey) tengan mejores oportunidades para desarrollarse-la escena al final de los créditos así lo sugiere-, porque en ésta sufrieron por el desprolijo trabajo de edición.