Monkey business
Marina Y Santiago, sospechosamente de acuerdo (¿qué les está pasando, chicos?), vieron Piratas del Caribe 4 y vuelven para contarlo (via mail).
Santiago: cuando escuché allá hace tiempo que iban a hacer una película de aventuras basada en un parque de diversiones de Disney pensé que se trataba de un mal chiste. ¿Qué iba a seguir después, una adaptación del Samba de Ital Park? Sin embargo la primer Piratas del Caribe fue una gran sorpresa, más que nada gracias a la excelente creación de Johnny Depp, ese pirata picarón y carismático llamado Jack Sparrow. Lo que el personaje demostró en la primera parte es que no basta con tener solo a un héroe perfecto y sin fallas que luche por rescatar a su amada (como el Will Turner que hacía Orlando Bloom), hace falta esa contraparte que carezca de la misma moral y cuyas acciones en el relato sean para su propio beneficio. Eso fue Han Solo en La guerra de las galaxias y lo es Jack Sparrow en Piratas del Caribe. Ahora llegamos a la cuarta película, en la que se coloca a Sparrow como el protagonista absoluto sin ningún partenaire masculino con quien generar esa tensión. Al menos para mí, de entrada no era una buena señal.
Marina: bueno, pero tensión podía haber habido y de la buena porque digámoslo, vos hablás de “partenaire masculino” pero acá está Penélope Cruz, redonda y fajada, con las tetas más grandes que nunca y vestida de hombre casi todo el tiempo. ¡Podía haber tensión! De hecho me acuerdo de tu nerviosismo cuando después de la primera pelea, en la que ella está disfrazada de Jack Sparrow hasta con barba y bigotes, él la besa sin sacarle la barba y todo se pone un poco gay. Lo que pasa es que Penélope está fatal, con su inglés pésimo y su…no sé, ¿estatismo? Está como muy apagada, boba, no parece que se divierta, mientras que Johnny Depp bueno, se repite pero juega y de verdad, se nota que le encanta ser Jack Sparrow. Por eso el comienzo de la película es lindísimo, todo lo que esperamos de él, esa picardía de pinchar el pastel y burlarse del gordote rey inglés y escaparse por una ventana. Ojalá eso se hubiera mantenido, ¿pero qué diablos pasó después? Siempre pasa con Piratas del Caribe que hay un momento en que las películas se apelmazan, pierden el rumbo y la intensidad, ¿no? Dejás de entender y deja de importarte todo lo que pasa. Acá, un poco porque los personajes van saliendo como de la galera, y son bien flojos.
Santiago: totalmente de acuerdo Marina. El problema es que si tu trama es una carrera contra el reloj en busca de un tesoro perdido (que es básicamente a lo que se resume toda la saga) necesitas darle cierto ritmo a ese relato mediante acciones, no con largas explicaciones de por qué tal aparato sirve para entrar a la tumba que esconde un objeto mágico que abre el cofre del tesoro (o lo que sea). Al menos en las anteriores había un director creativo como Gore Verbinsky, que supo inyectarle algunas dosis de locura y ridiculez a todo ese quilombo, pero acá tenemos al insulso Rob Marshall de Chicago y Nine, que parece incapaz de entregar una mirada distinta a las escenas de acción (básicamente son luchas de espadas y escapes de Sparrow que carecen de todo ingenio). Los únicos dos aspectos que para mi salen ilesos de esto son la presencia de Geoffrey Rush que parece pasarla bomba con su capitán Barbossa y (acá va a haber pelea) la inclusión de las sirenas, que no es del todo aprovechada (podían haber sido más misteriosas y menos monstruosas) pero al menos representan lo único que no se vio en las películas anteriores.
Marina: bueno, pero eso es cambalache, tipo “a ver qué bicho podemos meter”. Es como hacer un guiso sin ideas buenas, y creeme que soy pésima cocinera y sé de qué te hablo, te puede salir muy mal. A mí me molesta que las sirenas no sean sirenas, es decir, primero son chicas de propaganda de Levi´s más que otra cosa, y cuando emergen del agua y rodean el barco está medio bien, pero después sacan los colmillos y resultan que son tipo vampiros, y encima saltan como pirañas y nadan a toda velocidad digital…ahí se desdibujan. Me quedé pensando que una historia de amor entre una sirena, que está todo el tiempo desnuda, y un curita, podía haber sido súper atractiva también. Pero capaz le estoy pidiendo a Piratas del Caribe una sensualidad que no da. Lo que sí se le puede pedir es aventura, y la verdad que al final resulta ser una copia confusa de Indiana Jones y la última cruzada, ¿no? Están los cálices, la fuente de la vida, la elección entre tomar de una u otra copa que pueden darte la inmortalidad o matarte, la decisión de Jack Sparrow de salvar a su chica como Indy quería salvar al padre, pero todo más fofo, con la aparición a último momento de esos españoles que estaban al principio de la película y después desaparecen de la trama. Siempre fue un problema de estas películas esa estructura demasiado laxa que las convierte en una sucesión de truquitos y gags mal cosidos (Jack Sparrow colgado de una palmera, Jack Sparrow saltando de un acantilado, Jack Sparrow haciéndose pasar por juez, etc.), y eso aburre. Es todo lo contrario a nuestra amada Rápido y furioso: sin control, que tiene escenas de acción zarpadas y bien metidas en una misión bien nítida. Vamos a ver qué pasa este jueves con The hangover 2, que viene con monito incluido y esperemos que no lo desaproveche como esta Piratas del Caribe.
Santiago: Debería haber una regla en el cine que diga que toda película es mejor con la inclusión de un monito gracioso, aunque Marshall no piense lo mismo. En fin, veníamos bien con los tanques de Hollywood hasta ahora (tampoco olvidemos al querido Thor) así que espero que esto haya sido un simple traspié entre tanta producción pochoclera que se viene (yo le pongo mis fichas a Linterna Verde y a Super 8). En todo caso, siempre tendré La isla del Tesoro a mano o el Monkey Island en mi compu para recordar que las aventuras de piratas alguna vez fueron divertidas.