Con una botella de ron y el Yo-Ho-Ho
El cine de animación es, discutiblemente, donde se aglomera la mayor cantidad de ocurrencia estética. Su potencial inventivo se expande a la par del desarrollo tecnológico que posibilita la inserción de nuevos artilugios y nuevas técnicas. Las manos juiciosas de los artistas se encolumnan detrás del detalle y no lo pierden de vista nunca. Si lo impecable pudiera adquirir alguna forma, sería una muy similar a esta.
Existe, luego de la irrupción lucrativa de numerosos resultados afamados, una rivalidad taciturna entre la animación stop-motion y los contenidos digitalizados del CGI. La tendencia de la primera hacia lo caricaturesco y la evidente intervención humana en su aspecto artesanal contra los personajes computarizados de la segunda, que buscan la emulación más aproximada a las facciones humanas. Piratas! Una loca aventura (The Pirates! A Band of Misfits, 2012), así como la mayoría de los productos animados, decide diferenciarse de esa disputa ya que no le pertenece. Ese contraste entre máquina y humano parece sólo estorbar en las conciencias de los fanáticos y algunos sectores informativos. Afortunadamente, el género animado parece invitar constantemente a separarse de las estructuras y a ignorar a las convenciones. Avatar (2009) pudo demostrar que la animación digital puede operar como el condimento de singularidad necesario para transformar un escenario real y humano en otro irreal y fabuloso. Lo mismo, pero con un stop-motion maravilloso, hizo Wes Anderson en Vida Acuática (The Life Aquatic with Steve Zissou, 2004). Piratas! Una loca aventura Adhiere elementos de ambos estilos y logra avenir esas diferencias en un híbrido colorido. Por momentos fantasioso y por momentos increíblemente realista.
Luego de más de veinte años recorriendo los siete mares, Capitán Pirata (Hugh Grant) decide desembarcar con su tripulación para postularse al premio más prestigioso en la ilegalidad marítima: El Pirata del Año. Su deseo de reconocimiento queda inmediatamente opacado cuando, en ascendentes demostraciones de poder, sus competidores comienzan a llegar al lugar citado. Conciente de su falta de merecimiento, Capitán Pirata se lanzará en la aventura más importante de su vida.
La película tiene su cuota de humor, por supuesto. Y ya que se trata de una producción esencialmente inglesa, aquella gracia la proporcionan algunos de los referentes más distinguidos. Martin Freeman, de la superlativa serie televisiva The Office (2001), Ashley Jensen, de la aún más superlativa serie Extras (2005) y David Tennant , de Doctor Who (2005).
Entre sus muchos méritos, la película se encarga de devolver la temática pirata a la comedia y al público infantil. Siguiendo en la misma línea técnica de Pollitos en fuga (Chicken Run, 2000) el film demuestra la inopinada capacidad que poseen un poco de plastilina y una computadora.