Por fin la productora de animación Aardman, una de las casas más importantes de las últimas tres décadas, cuyo emblema son Wallace y Gromit, ha dejado de lado –en gran medida– la animación digital para volver a sus hermosos muñequitos de plastilina, campo donde no tienen competencia. Estos “Piratas…” son una banda de personajes enormemente divertidos, en un film que saca partido de esa sensación lúdica que tienen las criaturas de arcilla, lo que le permite al director (un grande de la animación llamado Peter Lord) incluir buenos gags de humor negro sin que molesten ni rompan el tono amable del film. Aquí simplemente se trata de un capitán tras el premio del Pirata del Año, y de una crítica contra el poder absoluto y falto de imaginación en reivindicación de la libertad y el juego.
Es decir: lo que intentó la tercera película de la serie “Piratas del Caribe” y no logró, dada su elefantiasis presupuestaria y su absoluta falta de humor. Aquí todo es un juego constante sin perder el hilo de una narración precisa, y de algún modo Aardman también se corrige a sí misma: después de algunos años tratando de “adaptarse” a las técnicas digitales, el regreso al “stop motion” tradicional muestra que sus historias requieren de esos juguetes coloridos, de esas criaturas que uno imagina que se pueden tocar. Bello en diseño, preciso en “timing” cómico, ajustado en narración y humorístico por todas partes, este film es una sorpresa en el estandarizado mundo del cine familiar de gran presupuesto.