Un film divertido y tierno para que disfruten chicos y adultos en igual medida
Esta es, oficialmente, la primera película de los estudios Aardman que utiliza la tecnología 3D para el stop-motion . Pero lo cierto es que extraoficialmente desde los tiempos de Wallace & Gromit los personajes y las historias creadas por los artistas ingleses Peter Lord y Nick Park son en algo más que en dos dimensiones. Una cualidad extra aportada por la animación cuadro por cuadro de esos muñequitos de piel de plastilina y los guiones que siempre respetaron sus orígenes. Los personajes de Aardman son británicos hasta su médula plástica y los protagonistas de ¡Piratas! Una loca aventura no son la excepción. Aunque no se estrene en la Argentina la versión original en la que Hugh Grant le prestó su voz al Capitán Pirata, el personaje no pierde ni un ápice de su espíritu inglés aunque hable en castellano. Allí está él junto a su tripulación, un grupo humano que se deleita con todas las tareas de la piratería pero que, sobre todo, disfruta de una buena pata de jamón cortada por la espada de su líder. Alegres y algo inocentes a pesar de su ocupación sanguinaria, Pirata y los suyos no son grandes saqueadores, ni tienen los cofres llenos pero aun así aspiran a ganar el trofeo de pirata del año. Una gesta tan atrevida como imposible de conseguir, especialmente si se trata de competir con gigantes de los siete mares como Black Bellamy y Liz, una sexy capitana con la voz de Salma Hayek. Humillado por sus pares y desesperado por ganarse el respeto de su tripulación, el Capitán Pirata hará de todo por elevar su perfil en el mundo de la piratería. En esa búsqueda se cruzará con un joven Charles Darwin, más interesado en su mala suerte con las mujeres que en sus teorías evolucionistas.
Ambientado en una era victoriana no demasiado apegada a la realidad histórica, el film pasa de una situación a otra con el ritmo propio de una comedia de enredos un poco absurda. La colección de bromas y situaciones graciosas resultan tan disfrutables para el público infantil como el adulto que hará esfuerzos por no perderse detalle del elaborado diseño de cada una de las escenas de la película.
Aunque cuenta con un conjunto de personajes divertidísimos encabezados por el capitán de tupida barba roja, la gran cantidad de escenas de acción le quitan algo de espacio para desarrollarse. Es que en poco menos de una hora y media el héroe pasa de ser el hazmerreír de los mares a convertirse en el pirata con el mayor botín, para volver a ser un descastado que cuelga la espada para dedicarse a vender ropa de bebé por las calles de Londres. Aunque suene algo ridículo-porque lo es-, todo lo que sucede en ¡Piratas! Una loca aventura divierte, fascina. Ya sean los abordajes en el medio del océano -una de las mejores secuencias del film-, o la visita a la cámara de los tesoros del imperio británico del que el film se burla constantemente.