Un western moderno
Ubicada temporalmente durante la época del gobierno de Onganía, Pistolero es un cuento que bien podría ser una película con Clint Eastwood. Pero no, es la historia de un bandido argento, Isidoro Mendoza, quien, junto a su hermano, comienza unido a la banda que conforma una serie de asaltos cada vez más osados por diferentes pueblos. A medida que el recorrido avanza, la leyenda crece a la par y los lugareños alimentan la imagen de esta suerte de Robin Hood vernáculo.
El amor no está ausente y como una más de las patas del relato, cruza e interpela a los personajes que se sienten en él refugiados. Las emociones que se desprenden del romanticismo no siempre son sutiles y aparecen así contadas en el transcurso del relato.
Con guion y dirección de Nicolás Galvagno, con un elenco que hace honor a la historia planteada (Juan Palomino, Lautaro Delgado Tymruk, Diego Cremonesi, Sergio “Maravilla” Martìnez y María Abadi) y no se pierde en exageración ampulosa, y en cambio toma el lugar de cada uno de los personajes con lo necesario para ellos, la película completa con la perfecta fotografía, la que refuerza con su calidad los detalles de la imagen que también cruza en cada cuadro al espectador.
En un año en que muchas películas toman temas como la necesidad humana de la supervivencia, el dolor, la angustia, la idea de revisión de las cuestiones emocionales más elementales, Pistolero trabaja el tema y lo lleva un poco más allá. Lo convierte en un western filosófico en medio de una discusión sobre la sociedad, la política, el amor, la razón de ser del hombre en una sociedad que en el futuro que aún no puede verse en el contexto histórico en el que los personajes se encuentran, porque será mucho más complejo aún, cada vez, conforme el tiempo pase.
Pistolero es una excelente narración con muy buen elenco, elementos técnicos que acompañan con justeza y una historia bien planteada y narrada para esta interesante producción nacional.