Una muy buena idea, mezclar la comedia con los efectos especiales y la convocatoria a la nostalgia, una fórmula que de la mano de Chris Columbus redondea una propuesta que no es la gran película pero que será efectiva a la hora de las recaudaciones: los videojuegos de los 80 transformados en monstruos fabricados por alienígenas que entendieron mal un mensaje. Visualmente atractiva, por momentos más que obvia, después de varios traspiés, una decente para Adam Sandler, junto a Kevin James, Josh Gad y el genial Peter Dinklage (Game of Thrones). Entretiene módicamente.