Retro ingenioso y muy amable
En 2010, el francés Patrick Jean hizo un cortometraje de poco más de dos minutos sobre un bombardeo de? ¡píxeles! contra la ciudad de Nueva York a cargo de gigantescos personajes surgidos de las viejas máquinas de videojuegos como Donkey Kong o Pac-Man. Un ingenioso concepto y una buena concreción técnica que no tardó en seducir a productores de Hollywood.
Cinco años más tarde llega Píxeles, película concebida al servicio de Adam Sandler con -claro- un mayor despliegue de recursos y efectos visuales que aquel corto original y la idea de combinar entretenimiento familiar y nostalgia para los "niños grandes" que hace tres décadas disfrutaban del universo arcade. En esencia, Píxeles es una comedia que juega con el anacronismo y la melancolía (como lo hizo hace poco el film animado de Disney Ralph, el demoledor) y una propuesta a-lo-Cazafantasmas con elementos propios del universo de Sandler, sobre todo el punto de vista de adultos inmaduros que se resisten a crecer.
Intentar describir la trama es una tarea ardua no sólo por sus múltiples vericuetos, sino también por lo absurdo y hasta ridículo de la propuesta. Los protagonistas son diversos (aunque terminarán juntos peleando contra los invasores extraterrestres para salvar al mundo del apocalipsis): Sam Brenner (Sandler), un eximio jugador de arcade durante su infancia que no ha tenido demasiada suerte en la vida (se dedica a instalar equipo de audio y TV); Violet van Patten (Michelle Monaghan), una teniente coronel del ejército engañada por su marido; Cooper (Kevin James), el patético presidente estadounidense; Eddie (Peter Dinklage, de Game of Thrones), un enano tramposo y engreído, y Ludlow (Josh Gad), el típico gordito nerd de la comedia norteamericana.
El director Chris Columbus (Mi pobre angelito y un par de entregas de la saga de Harry Potter) maneja las múltiples aristas del proyecto (aun con sus acumulaciones y derivaciones innecesarias) razonablemente bien y regala un abanico de referencias, homenajes y cameos a los amantes de los videojuegos clásicos y de la cultura popular de los años 80. A la presencia del Pac-Man y Donkey Kong se suman Space Invaders, Galaga, Centipede, Defender, Dojo Quest y Tetris, guiños al universo de Atari y Nintendo, música de Queen, apariciones del dúo Hall & Oates, imágenes de la serie La isla de la fantasía, reverencias a sex symbols como Olivia Newton-John y Sheena Easton y un larguísimo etcétera.
No es la primera vez que Hollywood apela a la idea de trasladar un videojuego (y que la película sea, en esencia, como un videogame) al cine, pero Píxeles lo hace con bastante ingenio y, sobre todo, con mucho cariño. Esta vez la fórmula funciona.