Plan A: recuperar a su ex. Falló. Plan B: enamorar al actual novio de su ex para que la deje a ella y así allanar el camino...
Así, sin mucho más barullo comienza Plan B. Con simpleza y yendo directamente al grano. Quizá con demasiada simpleza, simpleza que por momentos se vuelve torpeza y tosquedad en las actuaciones y en los diálogos, pero con simpleza al fin. Y así comienza la historia de Bruno (Manuel Vignau), un pibe de barrio, pero no de cualquier barrio, de ese barrio de PH, de pasillos largos, de paredes sin pintar, de puertas de doble hoja, de terrazas grises, de terrenos baldíos, de dormitorios comunitarios, ese barrio donde la palabra "puto" es el peor insulto; un pibe que usa más camisetas de fútbol que remeras, cuya mayor reflexividad radica en descubrir que Neverland no existe. Laura (Mercedes Quinteros) es simplemente una excusa, la excusa de Bruno para comenzar con esta historia. Plan B es, en principio, una comedia de amistad masculina (¿Existe otro tipo de amistad?), de fraternidad, de camaradería, de las que nos tiene acostumbrados el cine. Pero toda amistad implica una atracción, y si nos ponemos Freudianos esa atracción siempre es sexual, al menos roza lo sexual. En este caso no solo lo roza sino que lo pasa por encima, esa historia de amistad se convierte en una historia romántica, en el descubrir de una sexualidad, hasta ese momento, reprimida, por parte de Bruno y de Pablo (Lucas Ferraro). Pero Marco Berger, el director, no recurre al cliché, no nos muestra una historia gastada, no adapta una historia de amor heterosexual a los nuevos tiempos; los pone cara a cara (y pito a pito) para que se descubran, no solo al otro, sino a ellos mismos.
En realidad la película Plan B es de 2009, se estrenó en el BAFICI de ese año, luego pasó por Malba en 2010 y ahora se estrena en salas del circuito comercial (como si Malba fuera gratis). Incluso no es la última película del director, luego de Plan B, Marco Berger realizó un episodio dentro de la película Cinco, junto con otros cuatro directores salidos de la Universidad del Cine, y Ausente, su última película, que recientemente fue galardonada con el Teddy Awards del Festival de Berlín, que premia a las películas de temática gay, lésbica y transgénero. En el contexto en el que hoy vivimos, con el matrimonio igualitario recién aprobado en nuestro país y con el debate por la igualdad de derechos, la filmografía de Marco Berger se convierte en, por decirlo de alguna manera, necesaria.