En sí Planeta 51 es una rareza, ya que se trata de una coproducción entre España y Estados Unidos. Creativos españoles, actores y técnicos norteamericanos. Pero más allá de la anécdota, el problema es que el filme no se sostiene más allá de la novedad inicial. Planeta 51 podría haber caminado muy bien como un corto de 5 minutos, pero como filme de hora y media se hace largo. Y todo lo que pasa en el medio no está demasiado inspirado.
El chiste de Planeta 51 es revertir los roles del subgénero de invasores del espacio, en donde ahora es el humano el alienígena. Por lo demás, es una regurgitación de clichés de la sci fi de los años 50 a esta parte, con homenajes a El Día que Paralizaron la Tierra, E.T. El Extraterrestre, Invasores de Marte y dos toneladas de filmes más. El problema es que no va mucho más allá de eso: reciclar escenas clásicas, en donde ahora el alien es el humano y viceversa. Hay otro ejército paranoico buscando al visitante del espacio. Hay un montón de adolescentes que se deleitan con filmes como "Humanoide!", donde hombres del espacio llegan a su planeta para devorarle cerebros. Hasta allí llega toda la gracia.
El problema es que Planeta 51 es aburrida. Cuando los personajes principales abren la boca, es soporífera. El peor ofensor de los sentidos es el astronauta humano, que habla idioteces todo el tiempo, no tiene en cuenta el peligro de su situación y sólo se dedica a meter bocadillos con más referencias a otros filmes de sci fi (como si en la película no faltaran) aún cuando suenen ridículos. Una vez que Lem lo ayuda, Baker le dice: "tú eres mi Luke Skywalker". Por Dios, que diálogo tan malo.
El tema es que el libreto parece escrito por los números. Alguien del equipo creativo dijo: "pongamos toneladas de referencias a clásicos de la ciencia ficción para divertir a los adultos; pongamos escenas de comedia física para divertir a los más chicos; y hagamos personajes bonitos para vender merchandising"... y en el medio se olvidaron de hacer algo original con el argumento. A la décima referencia cinéfila, uno se empieza a aburrir simplemente porque no ocurre otra cosa; cuando llega el slapstick - gente cayéndose y pegándose porrazos - está hecho sin gracia; y el mínimo desarrollo dramático (como para ver los dramas diarios de la comunidad alien) es una tortura testicular.
Quizás a los chicos les pueda interesar, pero sinceramente creo que a los adultos no. Hay espectáculos infantiles que tienen una mayor variedad de registros - desde las animaciones de Pixar hasta los filmes de Shrek - y, partiendo de la idea base, la enriquecen. Son divertidos. No es lo que pasa con este filme. Los únicos momentos graciosos de la película pasan precisamente por dos personajes mudos como un robotito similar al Mars Pathfinder que se cree un perro, y una mascota alienígena llamada Ripley (y diseñado como un cachorro del Alien de Ridley Scott) que orina ácido y persigue a los carteros. Lamentablemente estos dos sólo aparecen algunos instantes cada 15 o 20 minutos del filme; y, en el medio, la audiencia queda en estado de coma.
Planeta 51 es una pérdida de tiempo, a menos que usted tenga menos de 12 años de edad. Sino, espere a que salga en video o la pasen por cable. Si quiere divertirse con sus chicos, alquile cualquier título animado de Pixar o incluso de Dreamworks. Porque esta coproducción no le llega ni a los talones de dichos filmes.