El canon de la animación
La historia de Planeta 51 es de muy escaso interés y bastante elemental, si bien esta pensada para un público de no más de diez años a esa edad, los niños suelen ser solo niños y no imbéciles, como el Charles "Chuck" Baker un astronauta que aterriza en un extrañísimo planeta, obviamente el Planeta 51 del imaginativo título, habitados por seres que además de parecerse demasiado en forma y color al famosísimo Sherk, no tienen nada de destacable, más allá de ser una comunidad con todos los cánones culturales de cualquier pequeño pueblo estadounidense en la década de los cincuenta, si cánones culturales se entienden las barbacoas en jardines prolijamente arreglados, fuentes de soda, fiestas de egresados, etcétera.
El chiste del cuento es que el Astronauta que llega es de los Estados Unidos y los habitantes del Planeta 51 temen que sea el comienzo de una invasión alienígena, como si la presencia de los norteamericanos en cualquier territorio no fuera el inició de alguna invasión. Pero el sonriente capitán Chuck Baker se ganará la voluntad de algunos niños que intentaran demostrar que el visitante ha llegado en son de paz. Cualquier parecido con E.T. no es mera casualidad.
Es una lástima que los directores españoles hayan preferido apostar a la cultura norteamericana para ambientar la película, cuando hubiera sido mucho más sustancioso imaginar la cultura de Almería o Asturias regada por un extraño planeta y disfrutar mucho más de una buena fabada que una ramplona barbacoa.