Desde que tengo uso de razón me gustan los dibujos animados y por ende la animación. Puedo estar a días de pisar los 38 años pero, mi Dios, cuando estoy ante la pantalla viendo una película animada soy tan pretenciosa como una criatura.Es decir, no soy exigente desde lo adulto, sería ridículo, exijo la misma cuota de fantasía y locura que me divierta y me haga reir como la mayoría del público infantil; aunque la moraleja sea siempre la misma. Por eso cuando supe que estrenarían Planet 51, con Joe Stillman en el guión y anunciada además como una de las megaproducciones españolas, no lo dudé un instante. Pero Planet 51 no es Shrek, ni se le acerca. Tiene una estética espectacular, eso no puede dudarse pero si hay algo de lo que carece es originalidad. Es como si hubieran agarrado ET, lo batieran un poquito y listo. El guión se traiciona a sí mismo cuando quieren darnos a entender que esta vez el alien, el invasor,es el propio hombre. ¿Pero el invasor de qué?,¿de un mundo donde existen los autos, las mascotas que orinan contra los postes y gruñen al cartero aun cuando luzca como un mini octavo pasajero?, ¿que existan costumbres familiares tan domingueras como una barbacoa?,¿ un mundo con ambientación americana años '50?. Ay! nooo, déjenme con la princesa cuyo "happy ending" es transformarse en ogro, con los globlos capaces de remontar una casa por las nubes, de unos juguetes que cobran vida cuando nadie los ve, de un niño que tiene como ángel de la guarda un gato y una estrella propia que le han robado o tres ancianitas que en bicicleta recorren millas y solo se expresan cantando (para que no digan que pienso sólo en la animación americana).
El argumento de Planet 51 es trillado por donde se lo mire, no causa gracia y termina hundiendo en el aburrimiento. Suelo testear la animación con las reacciones de mi hija, porque no se puede negar que cuando uno crece por ahí se pone exquisito y lo que no funciona para uno puede funcionar para otros, sobretodo siendo ese otro el supuesto target. Mi hija la palmó a mitad del film y creo que duró bastante.
Que los 60 millones que dicen costó el film están desde lo visual bien gastados no puede discutirse, pero desde la originalidad es un verdadero fiasco, si hasta los pequeños habitantes parecen parientes cercanos de Shrek. Y después de todo ¿cómo llegamos al 4?, pues porque rescato ese colorido impecable, y porque a la larga uno termina planteandose lo que quizá, quiero creer, quería demostrar esta opera prima de Blanco y Abad: que a la larga no hay por qué temer, podríamos no ser tan diferentes.