Planetario

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Durante la última edición del BAFICI, mientras esperábamos en las largas colas antes de entrar a sala, unos jóvenes se presentaban como de la nada, sin decir una palabra, simplemente se mezclaban entre el público con unos proyectores digitales de mano y reflejaban un anuncio de Planetario, a modo de realizar una publicidad ultra independiente.
Ese hecho menor, que para muchos debe haber pasado desapercibido, es una cabal muestra del estilo del film, botones de muestra, historias reflejadas que se parecen a tantas otras. "Planetario" habla de la paternidad, pero lo hace sin enfocarse en una historia que resalte, son cinco muestras que no tienen nada de particular, claro, más allá de la obsesión por documentar todo.
No es la primera vez que vemos documentales que se fueron forjando a través de muchos años, es más, casi podríamos hablar de un subgénero, el documental hecho con filmaciones caseras. Lo que sí llama la atención en este trabajo de Baltasar Tokman es la visión cosmopolita sobre el todo.
Tenemos cinco historias de alrededor del mundo, todas enfocadas en el furor del video casero, que en un principio nada tendrían que ver unas con las otras, y sin embargo todas redundan en lo mismo, progenitores hablando de sus hijos, la relación desde el punto de vista generacional, y cómo se toma el hecho de la paternidad desde diferentes culturas, sociedades y estratos sociales. Al hablar de padres e hijos es inevitable también hablar de las familias; y en todo eso se va armando una suerte de juego de diferencias y coincidencias. ¿Qué repiten los hijos de sus padres? ¿Qué valores intentan inculcárseles? Y por supuesto, hablando de registros caseros, ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?
"Planetario" es un film con el que no cuesta crear empatía, y esto es debido a que quienes están frente a la cámara es gente común, con sus profesiones e ideas particulares, con sus historias a cuestas, pero todas reales, cotidianas, como las de cualquiera. Este dato hace que sea mejor no contar nada sobre los cinco focos, es mejor que cada uno los perciba a su modo.
Tokman corre un riesgo con su documental, por un lado el naturalismo es latente e inevitablemente lógico, puede ser atractivo para el espectador ver estas historia que bien pueden ser las suyas. Pero también, el obsesivo registro, el detalle en todo, hace que por momentos se pierda algo de interés, y el naturalismo decante en monotonía, en definitiva como la vida misma. Claramente, algunos puntos y relatos son más interesantes y complejos que otros tramos.
Otro aporte a resaltar es la agradable fluidez con la todo fluye pese a ser un film mosaico y por consiguiente fragmentado; esto (en conjunto a una duración corta pero exacta) lo transforman en ameno. Se nota una buena mano en la edición.
Al hablar de registros caseros, los rubros técnicos son dispares y entendibles, pero en el general estamos frente a un trabajo que presenta cierta cohesión.
Documental curioso, llamativo y agradable. Es una oportunidad para que los padres se vean reflejados y se comparen con sus pares del mundo.
La pregunta que ronda es la siguiente, ¿Si todos tuviésemos una camarita y nos filmásemos todo el tiempo con nuestros hijos y nuestros padres, qué saldría de esa grabación? Menuda pregunta.