Historia atrapante, que alterna viejas épocas y fiebres actuales
Todavía lo registran como Diamond Santoro, en ese lugar lejano al que ha llegado. Al que debió haber llegado muchos años atrás, cuando era realmente Diamond Santoro, figura de la música progresiva de fines de los 60. Y cuando vivía su hermano menor, el verdadero artista de Los Hermanos Santoro, que soñaba con ese viaje. El mayor hoy es sólo un hombre amargado, embotado en una resaca de juventud. En cambio, quien fuera novia del otro mantiene recuerdos lindos, y sigue viva. Ella lo ha mandado llamar.
El lugar de encuentro es Iquitos, puerta del Amazonas peruano, puerta del misterio de la selva, último eslabón de la cumbia, de las muchachitas complacientes, los hombres violentos, la droga, las noches fatigosas. Ahí ha ido a parar. Cuando estaban en el entusiasmo juvenil de los descubrimientos, su hermano supo de la ayahuaska y quiso ir a probarla en un viaje espiritual, equivalente al viaje de los de Liverpool a la India. Ahora él quiere ir ahí a probarla en un intento más bien medicinal, para sacarse la angustia y la culpa que tiene encostrada en el alma. Unidos desde niños, en los días finales él había empezado a fastidiarse del otro.
Ese es el conflicto. Alrededor del cual giran algunos más, como gira la cintura de las bailarinas en la fiesta, el tambor de un revólver, las vueltas de la vida. Hay sangre a su alrededor, y también hay gente tranquila, capaz de ejercer una curación chamánica. El asunto es encontrarla. Historia atrapante, que alterna viejas épocas y fiebres actuales, la ciudad y la frontera, el egoísmo y la bondad, y entremezcla músicas y costumbres distintas, y valores. Película quizás irregular, pero atractiva, la segunda del peru-argentino Gianfranco Quattrini, que no vivió los 60 pero sabe de ayahuascas y chamanes, y de impulsar buenos equipos de trabajo.
A señalar, Lucía Puenzo y Leonel D' Agostino, coguionistas, otros Puenzo, equipo de producción, Iván Gierasinchuk, fotografía, y el actor de viejas vanguardias Robertino Granados, protagonista, en un debut otoñal sugerido por Pipo Lernaud, que además escribió uno de los temas musicales. Lo acompañan Camila Perissé, de retorno con muy precisa actuación, Manuel Fanego, Rafael Ferro, y los peruanos Lucho Cáceres, Magdyel Ugaz, Cindi Díaz, Manolo Rojas, junto a Doña Cotrina y Agustín Rivas Vásquez, músicos, pero en especial auténticos curanderos