Lila y Marcela trabajan desde siempre como personal de limpieza de una dependencia estatal. Conocen sus recovecos como nadie y se han inventado una forma de subsistencia -y un sueño- gestionando un comedor absolutamente irregular en un rincón abandonado del edificio. Pero los tiempos cambian: llega una nueva directora -con sus discursos cínicos, plagados de lugares comunes- y con ella las promesas vacías, el cierre del comedor y una ola de despidos que destruyen el precario equilibrio de la vida en el Estado y transforma las tareas cotidianas en una lucha por la supervivencia.