No termina de amalgamarse esta historia, pero aún así es interesante y además ofrece el primer protagónico en cine de Grace Passó, valiosa actriz y dramaturga brasilera. Ella compone aquí a una mujer negra sencilla, empleada de la Universidad de Rio de Janeiro, que aprovecha el servicio de psicología para descargar ciertos dolores de su alma. “Mi padre me dio mucho trabajo”, empieza a contar. Lástima que la analista es muy pichona, una joven europea que no sabe qué hacer cuando la otra empieza a contarle su vida, su aceptación de la justicia según los códigos narcos que imperan en la favela. Pronto la muchacha se vuelve paranoica. Ejemplo terrible: cruzando por la Plaza París, un morochito quiere ayudarla a levantar unos papeles, pero ella histeriza de tal modo que la policía se lo lleva. Lo que empieza como un drama social, con un costado de crímenes oscuros, deriva en un caso de locura, y una metáfora sobre la incapacidad de alguna gente de ayudar a otros. El final es atropellado y acaso injustificado, pero la obra deja bastante para pensar, en términos de psiquiatría, sociología, política, religión, racismo y hasta turismo.