Plumíferos

Crítica de Osvaldo Bazán - Crítica Digital

El romance del gorrioncito y la canario

No es fácil para los animadores argentinos lanzarse a competir con el nivel de animación al que los espectadores están acostumbrados. Después de Up, Ratatouille, Shrek, ¿cómo conmover en un ámbito donde la capacidad de producción de los centros mundiales se ve desde lejos, desde bien lejos? ¿Existe, al menos, la posibilidad de competir? ¿Cómo se hace? Se ha intentado ya la recreación animada de personajes conocidos del cómic argento, con el pionero Las aventuras de Hijitus, la masiva Manuelita, las Patoruzito 1 y 2, Isidoro y hasta Boggie El Aceitoso, entre otros. Se intentó la de mitos nacionales de la literatura (Martín Fierro) y de la vida cotidiana (El ratón Pérez 1 y 2); la creación de una imaginería nueva (Mercano, el marciano; Cóndor Crux) y ahora, Plumíferos presenta la fórmula de competir en el terreno más difícil, el más transitado por las superproducciones: el de los animalitos antropomorfos viviendo aventuras humanas.

Tiene a favor Plumíferos la ausencia explícita de un mensaje que suele arruinar las mejores intenciones (El arca de Noé, por ejemplo), aunque circule por ahí cierto hálito de aceptar al distinto y de reafirmar que la ambición humana es lo peor. Mike Amigorena dándole voz al gato y Peto Menahem en la del picaflor consiguen un plus en la animación, insuflando alma a los dibujos.

La historia, un romance entre el tarambana Juan, un gorrión presumido (la voz de Mariano Martínez, jugando peligrosamente a parecerse a su personaje de “Rey Marchesi”) y la ingenua Feifi, un canario hembra (voz, Luisana Lopilato) más amigos de fierro que revolotean su alrededor (una murciélago, una paloma, el picaflor) y un malo de toda maldad (el Sr. Puertas, rico y prepotente), podría ser una novela de las 6 de la tarde de Pol-ka o Ideas del Sur. Sólo que con plumas. Algunos chistes simpáticos (en general, fogoneados por el picaflor) y algunas caídas pueden hacer reír a los más chiquitos. Eso sí, haber puesto al gato a competir con el mismo gesto del felino de Shrek es ir a perdedor. Parece bastante claro que la animación argentina será distinta o no será.