Entretiene, aunque la cámara se mueve tanto que marea
Las imágenes pueden ser extraordinarias, pero si el cameraman es amateur y la cámara casera, obviamente no van a poder registrarse con eficacia. El formato del supuesto reality que acosa al cine fantástico tiene este problema, aparte de que una vez que se conoce el truco, lo que queda es una cámara que se mueve para todos lados.
«Poder sin límites» no es el peor de estos casos, y de hecho tiene una idea bastante original. De todos modos, sus mejores escenas pierden fuerza por mantenerse fiel a su truco de estar filmada por un adolescente que se acaba de comprar una cámara de video.
La premisa consiste en hacer que justo no bien se compra la cámara, él y otros dos amigos empiezan a obtener poderes telekinésicos sorprendentes, algo así como una cruza entre Carrie y Superman. Por más teenagers que sean, los chicos podrían detenerse en algún momento para usar sus superpoderes de alguna manera más inteligente, pero éste no es el caso. Juegan a volar, hacen bromas en supermercados (en una escena muy divertida) y también cometen actos totalmente irresponsables que conducen necesariamente a provocarle daño al prójimo, lo que los lleva a establecer una serie de reglas a modo de precaución, aunque uno de ellos, con un background bastante problemático, no esté fácilmente dispuesto a aceptarlas.
Intentando resolver los conflictos sexuales del adolescente problemático, los otros dos inventan una estratagema que los convertirá en los chicos más populares del colegio. Lo logran haciendo un ingenuo show de magia en el acto de graduación, pero los problemas subsisten y llevan a otros superlativos, incluyendo escenas de destrucción masiva.
«Poder sin límites» tiene buenas actuaciones e incluso, dado su formato de cámaras en eterno movimiento, incluye algunas buenas imágenes y sobre todo una atractiva fotografía. La película hubiera dado para bastante más si no fuera por la maldita cámara que no para de moverse.