CRÓNICA DE UNA SÚPER-ADOLESCENCIA COMPLICADA
Súper poderes y filmaciones que simulan ser caseras: valiéndose de estas dos tendencias tan de moda en el cine actual, el director Josh Trank y el guionista Max Landis cuentan en PODER SIN LIMITES (CHRONICLE, 2012) una historia que, más allá de las habilidades sobrehumanas y los efectos especiales, trata sobre lo difícil que es ser adolescente en épocas de cámaras de bolsillo HD, Movie Maker (¿?) y YouTube.
En PODER SIN LIMITES, uno de los protagonistas es Andrew, quien tiene muchos problemas en su casa: su papá lo maltrata y su mamá está muy enferma. A causa de esto es un “forever alone” total y su personalidad retraida lo lleva a sufrir más ataques violentos en su escuela y en su barrio por parte de los típicos abusadores. Un día decide “filmarlo todo” para dejar registro de su sufrimiento pero también por una extraña necesidad derivada de su bajo autoestima. Junto a su primo Matt y al simpático y popular Steve (auto declarado futuro candidato político) hacen un descubrimiento que cambiará sus vidas: en una caverna encuentran un gigantesco cristal brillante y, al tocarlo, adquieren la habilidad de mover objetos con la mente. Con el paso del tiempo irán desarrollando sus poderes, pero llegará un punto en el que las cosas se saldrán de control.
El trío de protagonistas cumple actoralmente: salen bien parados del desafío de estar todo el tiempo frente a cámara y más si tenemos en cuenta lo difícil que es creerse y hacer creer al espectador que lo que está sucediendo es verosímil. En cuanto a las interpretaciones, se destaca Dane DeHaan como el conflicutado Andrew, quien transmite bien todo el sufrimiento por el que atraviesa su personaje a lo largo de la película.
Algunos de los problemas de usar el recurso de la cámara en mano son solucionados por el director y guionista de forma interesante aunque polémica. Uno de estos inconvenientes es la necesidad de que la cámara esté encendida todo el tiempo, algo que pierde verosimilitud cuando lo que le sucede a los personajes es demasiado intenso o peligroso (por ejemplo en CLOVERFIELD: ¿quién va a seguir filmando cuando un monstruo gigante hace bosta la ciudad?): en PODER SIN LÍMITES, esto se soluciona con las habilidades de los personajes, que pueden hacer flotar las cámaras alrededor suyo, algo que para algunos espectadores puede ser tramposo pero no por eso deja de ser válido. Además, esto permite que el personaje “camarógrafo” (que en PODER SIN LÍMITES es justamente el más complejo e interesante de los tres) no esté siempre fuera de cuadro. De todos modos, la cámara no siempre la sostiene Andrew y a veces la usan Matt o Steve.
La idea de filmar con cámara en mano apunta a mostrar desde adentro el mundo de los adolescentes yanquis, y el resultado tiene algo de genuino en ciertas escenas. Por ejemplo: cuando Andrew, Matt y Steve utilizan sus poderes para bromear y “molestar” a la gente está bien conseguido esa sensación de humor pavote presente en los cientos de miles de videos que hay en YouTube sobre amigos que les hacen bromas a otros a lo “Jackass”. Pero ojo, a no confundirse, PODER SIN LÍMITES logra equilibrar esas escenas de humor tontolón con momentos dramáticos durísimos, como los maltratos que sufre Andrew.
En PODER SIN LÍMITES, el relato se construye también con las imágenes tomadas por otras cámaras, sobre todo al final, cuando se desata el caos: filmaciones de seguridad, grabaciones desde helicópteros o autos policiales e imágenes tomadas de teléfonos celulares de testigos curiosos. También se eligió incluir a otro irritante personaje, la insípida Cassey, una rubia que se la pasa filmando todo para su blog (¿?) y que permite que en algunas escenas pueda darse el plano y contraplano (que, aunque “descomprime” o alivia la saturación causada por el relato en primera persona, resulta incoherente ante la forma elegida de contar la historia): esto facilita el hecho de relatar escenas que, por cuestiones del guión, necesitaban mostrarse desde su punto de vista. El recurso de usar a Cassey se siente muy forzado y parece ser una solución fácil que emplearon un guionista y un director demasiado vagos para pensar en otra cosa.
Los efectos especiales están bien dosificados: la computadora se usa poco y en los momentos adecuados, lo que permite disimular la artificialidad de algunas escenas (y seguramente tapar la falta de presupuesto). Incluso las escenas en las que los personajes vuelan quedaron bien, algo que no siempre es fácil de lograr.
PODER SIN LÍMITES es una película que, pese a algunas irregularidades (que tampoco se notan tanto por la corta duración de la película), entretiene con buenas ideas. Es un film que sabe usar lo que tiene a su favor y, al mismo tiempo, disimular sus debilidades (por ejemplo, con la utilización de la elipsis en varios momentos del relato). En PODER SIN LIMITES hay acción, risas, momentos trágicos y un final intenso en el que no faltan referencias al cine comiquero superheróico y a animés como AKIRA (1988). Pero, en definitiva, es un relato sobre la difícil etapa de la adolescencia, en la que para muchos la imposibilidad de lograr la aceptación por parte de los otros puede ser peor que cualquier kryptonita.