Huele a espíritu adolescente.
Andrew (Dane DeHaan) es un adolescente con muchísimos conflictos. Su madre está muy enferma, su padre es un idiota y vago que vive maltratándolo y él no es exactamente el chico más popular de la escuela, por lo cual sufre los constantes abusos de sus compañeros. Su único amigo (o algo así) es su primo Matt (Alex Russell) y más recientemente con Steve (Michael B. Jordan), el ejemplo de popularidad en la clase, candidato a presidente de los alumnos.
Una noche, ellos encuentran una misteriosa caverna en donde no pueden evitar meterse. Allí se toparán con una roca brillante que nunca habían visto ¿Qué es? Nadie lo sabe. Lo que si saben es que al día siguiente se despiertan con poderes sobrehumanos, como la capacidad de mover objetos con la mente y de volar, entre otras cosas, y que el lugar en donde se habían metido ahora está cubierto y custodiado por la policía.
Entonces, ¿qué pueden hacer tres jovenes con superpoderes? Presumir de ellos. Al comienzo, claro, en secreto. Juegan bromas pesadas y se filman haciéndolo, pero a medida que sus cualidades van aumentando, se ponen más ambiciosos creando así un peligrosísimo juego en donde Andrew es la pieza más letal. Y es que, al igual que Magneto de los X-Men, él ve estos poderes como un nuevo grado de evolución, convirtiéndolo en algo más que el resto.
Poder sin límites (Chronicle) es una película de Josh Trank, un cineasta que debuta en la pantalla grande, y con el pie derecho. Y es que su obra, pese a no contar con grandes recursos técnicos (es filmada con cámara en mano desde dos puntos de vista, el de Andrew y el de Casey (Ashley Hinshaw), una blogger a la que Matt quiere enamorar) cuenta una excelente historia, real dentro de su irrealidad y, sobre todo, atrapante. En sus apenas 80 minutos, Poder sin límites habla mejor de la adolescencia y de la corrupción del poder que muchas obras literarias que gastan tinta y papel para no llegar a un punto tan claro.
Gracias a su espíritu independiente y a sus paisajes de Seattle, Poder sin límites también esconde cierta nostalgia para aquellos que viven por y para la cultura alternativa, convirtiéndose sin dudas en una película que ocupará un rincón especial en la historia del cine de culto del siglo XXI.