Los superpibes
Hace bastante que Hollywood ha gastado la calcomanía “Con un gran poder viene una gran responsabilidad”. La pegó en las franquicias superheroicas multigeneracionales ( Spiderman , X-Men , Hulk y así hasta empezar la súper vuelta de nuevo), la pegó en las Nouvelle Superhéroes (filmes de “superhéroes” en el mundo real). Ahora llega la variante “de superhéroes” mezclada con otro formato con altísimo índice de reproducción, el falso documental casero (que quedó oficialmente inaugurado con El proyecto Blair Witch y no pudo frenar su paranormal procreación). El resultado es Poder sin límites , de Josh Trank.
El filme modifica percepciones y ahí está su truco Clark Kent: la historia de tres jóvenes (el inadaptado, el copado y el Candidato a Presidente de la Escuela) que, después de tocar una cristalazo que parece descartado de un serial de los ‘30, se levantan con súper poderes. Y no sóolo eso, el inadaptado (Andrew) registra cada instante de su vida-cliché de Seattle (papá lo faja, mamá en cama con cáncer, menos chicas que en un 53 que va a un Superclásico, socialmente retraído: chico de póster para la ciudad de Nirvana); es decir, registrará cada instante del proceso de aprendizaje de los superpoderes.
La idea es simple: esconder que, detrás del formato YouTube de cada clip (corren autos en el estacionamiento, vuelan por el cielo, incluso encuentran la forma de filmar sin las manos, alterando la posición de la cámara y haciendo arbitraria cada toma), late una historieta de 25 ctvs., una historia de origen menos sofisticada que la de El protector , pero fuerte y descartable en el género. Esa cruza entre el momento Jackass , ése del celebrar chabonardo que genera el aprender a volar (“Uhhhh, bolú, vuuuuuuelooooo ¡chócala!”) y el pequeño Stan Lee filmado con registro documental logra un circuito de doble vía: donde se pone raquítico un género, manda potencia el otro.
Como buen mutante, Poder sin límites sonríe a dientes de melodramazo (el que se sabe, desde el paleolítico, que será el supervillano sufre tragedias personales dignas de originar un Lex Luthor) y lanza puños de superacción (la pelea final sobre el cielo de Seattle).
Poder sin límites es un hallazgo superpoderoso en sus ideas.