Ganadora a Mejor guión en Cannes el año pasado, Shi (su título original) se estrena comercialmente este Jueves luego de su paso por un BAFICI y un Festival de Cine de Mar del Plata. Se agradece realmente que en un año lleno de refritos y sagas haya un oasis que habla de cosas diferentes, que es capaz de tocar al espectador con sutileza pero con energía, que cuente un drama verdadero sin estridencias o golpes bajos y que, como si esto fuera poco, ahonde en algo tan poco valorado como es la poesía.
Interpretado magistralmente por Jeong-hie Yun, la historia sobrevuela la incapacidad de una anciana que ha comenzado un curso de poesía para poder crear. Profundizando nos encontramos con un verdadero drama que recide en el silencio que una sociedad insensible le está pidiendo guardar luego de un hecho delictivo llevado a cabo por unos muchachitos apáticos entre ellos, su nieto a quien cría como puede para que no le falte nada.
La historia de casi dos horas narrada tanto con detalle como con lirismo propio del nombre, es un viaje al alma misma del ser humano. ¿Cómo llegar a expresar el milagro de la poesía cuando se está condenado a callar y olvidar? Porque Mija no solo tiene el doloroso problema de haber criado un abusador después de tanto sacrificio sino que además está enferma, olvida las palabras gracias a la terrible realidad del Alzheimer. Su búsqueda de poder cumplir con la tarea de entregar un poema a final de curso es en realidad la búsqueda de la palabra, del hablar, del ya no callar. Mija no pide ayuda económica a la madre del muchacho, no cuenta sobre su enfermedad ni pide compañía para las visitas médicas, Mija no se enfrenta a esa manada de padres inescrupulosos para decirles "estamos haciendo todo mal". Mija se somete, acata y solo cuando realmente sus ojos se abren y ve puede decir basta.
Poesía para el alma es un reflejo sensible de un mundo cada vez más inusual. El muchacho casi orgánicamente puede exigir un nuevo celular pero es incapaz de conmoverse ante una fotografía de su víctima, no siente remordimientos y ni siquiera parece reaccionar cuando su abuela le pregunta "por qué". Otro tanto pasa con los padres de los otros involucrados incapaces tampoco de sentir un remordimiento y una vergüenza que Mija sí siente cada vez más intensamente.
Es la primera vez que me cruzo con un film de Chang Dong y me dicen que Poesía para el alma aun tiene predecesoras mejores. Habrá que seguir de cerca entonces a un director que tiene un sobresaliente pulso narrativo donde cada escena y elemento tienen su razón de ser. A no perdersela entonces, amigos.