APENAS SALVADA
La adaptación de un videojuego que es un spin off de otro videojuego, dirigida por un director mediocre como Rob Letterman que, además, se nos vendió como una comedia disparatada en un tráiler de puro humo. Pokémon: Detective Pikachu tenía todos los condimentos para ser un fracaso o al menos ser horrible; por suerte no lo es, pero tampoco es lo que quizás debió ser.
Evidentemente hay unos cuantos factores que explican por qué el cine parece fracasar siempre que, de alguna manera, quiere adaptar videojuegos para arrastrar un poco del éxito de aquella industria. Algo similar sucede en el camino inverso, los “juegos de la película” han desaparecido tapados por un mar de basura, con la honrosa excepción de los videojuegos de Lego basados en películas, que son cuanto menos dignos a pesar de ser todos iguales. Arriesgo una respuesta poco elaborada e incompleta a todo esto: el cine carece de la cualidad inmersiva que nos brinda la interactividad de los videojuegos, con lo cual depende de un buen guión o de buenas secuencias narrativas para sostenerse; en otras palabras, un videojuego no necesita ser sostenido por un gran guión y una historia sólida; a veces con mecánicas jugables divertidas alcanza.
Pokémon: Detective Pikachu hace bien lo que en principio parecía lo más difícil, que es capturar el espíritu de la franquicia y respetarlo a la vez que lo encaja en un paquete hollywoodense para el público masivo. El universo que nos muestra se ve y se siente verdaderamente de Pokémon, con personajes, lugares y situaciones que tranquilamente podríamos encontrar en los juegos o en el animé. Además, la inclusión de Ryan Reynolds y su carisma indestructible, en el cuerpo de una de las criaturas más carismáticas del universo como Pikachu, es una decisión fundamental. Por cierto termina formando una buena dupla con el bueno de Justice Smith.
Luego de una primera hora interesante centrada en ser un film de detectives simple pero efectivo, la película empieza a tener algunos baches. Intenta abrir el juego para mostrarnos un poco más de ese mundo con pokemones que al principio sólo se sugiere o se muestra en pos de la narración, como si no supiera muy bien qué hacer con ese misterio con el que nos engancha al principio, y termina volviéndose una historia convencional del cine contemporáneo masivo con batalla final y villano comiquero.
Es que el director, famoso por ser el delincuente detrás de El espanta tiburones y Los viajes de Gulliver (la que casi elimina a Jack Black de la faz de la tierra), deja pasar la gran oportunidad de hacer una comedia absurda aprovechando el talento de Reynolds y la locura del colorido universo del videojuego, para apenas entregarnos este artefacto correcto y bonito con una pequeña chispa de vida.
El falaz tráiler de esta película será juzgado por la historia por poco confiable cual promesa de Macri o prosa de Cristina, según prefiera el lector.