Logra consolidarse como la mejor adaptación de un videojuego en la pantalla grande. Gracias a un guion práctico y a un sentido del humor adecuado, el entretenimiento está garantizado y logra maquillar las fallas argumentales que se puedan observar.
Pokémon ha sido sin dudas un fenómeno que supo trascender generaciones. Desde su primera versión como videojuego RPG allá por 1996, el furor que lograron tener estos pequeños “monstruos de bolsillo” marcó un antes y un después en la cultura popular, teniendo a Japón como el principal foco de consumo por aquel entonces. Después de que el juego, al igual que estos bichitos tan tiernos, fuera evolucionando y se haya expandido de forma masiva en 1997 cobró vida el anime de nombre homónimo que lograba, en mayor o menor medida, adaptar la modalidad del juego original al introducirnos a Ash Ketchum de Pueblo Paleta y su afán de querer convertirse en un Maestro Pokémon. Durante más de 20 años, 8 temporadas, 21 películas animadas y contando, el anime fue adaptando distintos arcos y abriendo las puertas de nuevas generaciones de Pokémones a sus ya fieles seguidores, pero este año parece ser el indicado para jugárselas en un nuevo nivel ya que Warner Bros. junto con Legendary Pictures han decidido hacer la adaptación live-action de Detective Pikachu, uno de los tantos spin-offs que ha tenido la línea de juegos de Pokémon. Ese nuevo juego, que vio la luz en 2018, propuso al querible Pikachu como a una especie de Sherlock Holmes parlante que debía resolver misterios junto con la ayuda del jugador, representado también dentro de la historia en un personaje llamado Tim Goodman.
De esto y un poco más es de lo que va Pokémon: Detective Pikachu. Dirigida por Rob Letterman (Escalofríos, 2015), la historia se centrará en Tim Goodman (Justin Smith) un joven que vive en un pueblo alejado de la cosmopolita y Pokémon-friendly Rime City, que descubre que su padre ha muerto de una manera misteriosa. En la incómoda tarea de juntar sus pertenencias, Tim se encontrará con el Pikachu (Ryan Reynolds) que acompañaba a su padre como pareja y con pruebas solidas de que su accidente pudo haber sido algo más que una casualidad. Junto a ellos, la periodista principiante Lucy (Kathryn Newton) y su Psyduck les serán de vital importancia para descubrir los secretos que oculta la ciudad y quienes la manejan.
A pesar de que los videojuegos y sus adaptaciones cinematográficas no han contado con la aceptación del público, cabe destacar que Detective Pikachu logró superar la mediocridad de la mayoría de ellas y al mismo tiempo cumplir con los requisitos básicos que tiene que tener una película. Claro que tiene fallas y no es una película perfecta, lejos esta de serlo, pero si hay que tener en cuenta que ya se la podría considerar como la mejor adaptación de un videojuego en el cine. Sin exagerar. Esto se puede fundamentar gracias al práctico y funcional guion que tiene – escrito por Dan Hernandez, Benji Samit, Derek Connolly y el propio Letterman- y a la gran realización visual de las criaturas. Gracias a esos dos pilares fundamentales la historia que se propone es entretenida, dinámica, graciosa y disfrutable. Al mismo tiempo, sin empañar lo bien logrado, el guion tiene sus fallas en cuanto al destinatario final. Esto último provoca que a la hora del climax, la resolución del tercer acto termine siendo una mera sombra de lo que fue la hora y media previa.
El diseño de los Pokémones es excelente y su interacción con las personas más todavía. Realmente la implementación del CGI no pudo haber sido mejor y deja bastante alta la vara para los diferentes live-action que se vendrán en el futuro. De igual manera, la creación de Rime City hace honor a las ciudades vistas en el anime noventoso y todo eso sin siquiera intentar representar locaciones extremadamente representativas de la serie. La idea de la combinación de ciudades como Londres, Tokyo y New York quedó perfecta para darle el toque futurista pero verídico que la historia necesitaba.
La película no cuenta con grandes actuaciones. Lo más destacable puede ser el trabajo de Justice Smith, quien asume el rol protagónico con una naturalidad total. Un aspecto que genera sensaciones ambiguas es la participación de Ryan Reynolds prestando su voz para Pikachu. El actor intenta imponer su sello característico de humor ácido e irónico, y hasta subido de tono por momentos, y pareciera ir en contra mano de lo que propone el bicho amarillo cuando está en pantalla.
El universo de Pokémon live-action en el cine parece haber debutado con el pie derecho y dependiendo de la taquilla es más que segura su continuidad por muchos años más. En los próximos días ya se podrá saber si las especulaciones sobre posibles secuelas se confirman pero si algo tiene Pokémon es la gran cantidad de arcos argumentales, y bicharracos de colores, para poder llevar a la pantalla grande.