Polina, danser sa vie: Todos podemos soñar
La película francesa de Angelin Preljocaj y Valérie Müller, “Polina, danser sa vie”, llega a todos los cines argentinos este jueves 30 de marzo como un claro ejemplo de la lucha y el intento por conseguir las metas personales, sin bajar los brazos jamás.
La historia está basada en la vida de Polina, una niña rusa que vivía junto a sus padres y quien tuvo la suerte de poder empezar a aprender danza clásica desde chiquita, ya que era su pasión, en nada más ni nada menos que en el Teatro Bolshoi, una de las compañías más importantes de su país.
Sin embargo, su familia estaba en una grave situación económica en los 90’ por lo que tuvo que trabajar con ellos desde pequeña para solventar los costos. Con el paso del tiempo, ella creció en el ámbito artístico, se convirtió en una profesional y conoció a un profesor francés que dio vuelta su mundo y todo en lo que antes creía; por lo tanto, con toda esa experiencia, en su adolescencia empezó a preguntarse: ¿Cómo debe ser la danza? ¿Por qué tiene que ser tan estructurada? Ante estas preguntas, Polina decidió romper las reglas y correr el riesgo de ir por lo desconocido.
La película contó con la participación de Anastasia Shevtsova, Juliette Binoche, Niels Schneider, Miglen Mirtchev, Aleksey Guskov, Marie Kovacs, Nastya Shevtzoda, Jeremie Belingard y Lada St Arroman.
Por su parte, el director Angelin Preljocaj es un gran bailarín de danza contemporánea con reconocimiento en todo el mundo. Mientras tanto, Valérie Müller, su mujer, es directora e hizo trabajos previos como “Le monde de Fred”, un film que cuenta la comedia de un hombre que soñaba con ingresar al mundo cinematográfico pero su vida sentimental le trajo una insólita sorpresa: la paternidad.
Por otro lado, también realizó “Les Hommes S’en Souviendront”, una película que narra el ingreso de Simone Veil en la Cámara de la Asamblea Nacional para presentar su proyecto de ley para el aborto en 1974. Es decir, que es el primer trabajo de ambos cinematográfico relacionado a la danza, y lo supieron llevar muy bien.
La película refleja la búsqueda de la liberación y pasión personal, lo que está dentro de uno latente por salir, eso que nadie puede imponer ni obligar a sentir, la necesidad de encontrar el llamado cable a tierra.
En ese camino, la protagonista dejará sus ataduras a una danza clásica tirante, rigurosa y fría que sólo genera presión en ella después de tanta exigencia; frente a este panorama, se suma la triste situación familiar que, ante la carencia económica, hacen lo posible para que su hija sea una bailarina profesional. Demasiada presión en los hombros para Polina que siente que le encasillan el futuro.
Sin embargo, cuando ella ve danza contemporánea y descubre la expresión corporal, recordó lo que es sentirse libre, sin libreto, sin coreografía. Por eso, decide ir en búsqueda de su propio camino, sus sueños y anhelos que guardó dentro suyo por complacer a sus papás.
Por otro lado, hay una metáfora que resume la trama de la película: la imagen de un ciervo. En un momento, cuando Polina era chica y estaba con el padre, ve al animal cuando se sienta junto a ellos, y sabe que se debe quedar ahí. Pero al final, ella lo vuelve a ver pero lejos de su casa y esta vez marchándose, lo cual representa que debe irse de allí para volver a su hogar.
Aunque ella volvió a su vida de antes, ya no era la Polina de siempre: el primer plano en su cara a la sonrisa final demuestra lo contrario, enseña que su camino valió la pena; y el mismo gesto en la cara de su primer profesor refleja que al fin le gusto y lo convenció luego de tantos años de exigencia, pero esta vez no como una bailarina más: como ella misma, con su estilo propio y su libertad.
Sin embargo, la vuelta al fin y al cabo representa que finalmente ella se da por vencida, lo cual no termina de encajar del todo para una historia que estuvo bien narrada por los directores, pero con un cierre alborotado y confuso.
A pesar de eso, en conclusión, la película inspira a que cada persona siga sus sueños, persiga sus metas, incluso cuando no se pueda, romper barreras y golpear cada puerta sin rendirse jamás. O por lo menos el intento.