Poltergeist es una película "de culto" de 1982, dirigida por Tobe Hooper. Y decimos "de culto" por que a últimas fechas se considera que todo lo antigüo es mejor que lo novedoso. Pero la verdad es que, salvo los fines de semana de octubre donde pasan esta película en TV abierta, nadie se acuerda de ella por que, en general, es bastante aburrida. Lo novedoso era el terror plasmado en una pantalla de TV y el "secuestro" de una pequeña por unos espíritus.
Ahora, el nuevo remake, dirigido por Gil Kenan, nos presenta exactamente la misma historia pero con los componentes modernos necesarios: una familia se muda a un barrio nuevo y descubre secretos del pasado que no los dejarán vivir en paz. Con los gadgets actualizados como celulares y TV de plasma, muchos de los planos usados son exactamente iguales a los de hace 20 años, salvo la novedad de presentar el portal en donde la niña se encuentra atrapada. El verdadero problema surge cuando la película no se preocupa por presentar nada intrigante, de miedo u original. Sabemos que una película de terror siempre estará llena de clichés, pero la manera de manejar la intriga, de presentar a los "espíritus" y de presentar las situaciones de miedo es lo que hace disfrutable una película de terror. Acá ni el árbol tenebroso da miedo y todo resulta en una secuencia de efectos especiales al más puro estilo de Michael Bay (explosiones incluidas) donde la historia es lo de menos, pues el morbo de ver a un muñeco de payaso tenebroso en el póster principal y la icónica escena de unas manos pegadas del otro lado del televisor, sean suficientes para vender.
En este caso siempre aplica la de "no todo lo que brilla es oro" o en su defecto, no todo lo viejito es de culto. Si la nueva no da para más que pasar una tarde de zapping dominical, la nueva no vale la pena ni siquiera para intentar asustar a la pareja en el cine. Simplemente olvidable