Llega Polvareda, film de Juan Schmidt, que intenta adaptar géneros clásicos estadounidenses como el noir y el western, a tierras pampeanas en tiempos modernos.
Cuatro criminales llegan a Polvareda, un pueblito medio fantasmal del interior del país para ocultarse de un robo. Este pueblo se vincula con la juventud del jefe de la banda –sólida interpretación de Enrique Papatino- donde su estadía no pasa inadvertida, especialmente para el comisario local.
Schmidt humaniza a sus estereotipados personajes y los dota de alma y espíritu. Las interpretaciones de Papatino, Cutuli, Cóccaro y Camandulle Luna, no carecen de ternura y humor.
Visualmente, Polvareda, está recargada de cinefilia. Influencias del western independiente de los años 70 y del policial de los ´50 –con reminiscencias directas de Rififi, de Jules Dassin- ayudan a construir un relato previsible pero sólido, sin fisuras narrativas. Si bien, por momentos, el ritmo se resiente, la película atrapa sin demasiadas pretensiones.
polvareda-vision del cine
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Un final con una puesta de cámara inteligente, aprovechando herramientas cinematográficas como el fuera de campo, para jugar con los diversos puntos de vista, y manipular la óptica del espectador, da como resultado una propuesta de bajo presupuesto, pero con una visión personal y pasional hacia el séptimo arte.
Destacado el uso de la música de Pablo Sala y la fotografía de Rodrigo Ottaviano, ambos recursos a tono de las referencias que el director y los guionistas, tuvieron en cuenta para realizar Polvareda, una película como las de antes, para disfrutar en la matiné de un sábado de súper acción.
O en este caso, un miércoles a la noche en el Centro Cultural de la Cooperación.
En conclusión
Destacado el uso de la música de Pablo Sala y la fotografía de Rodrigo Ottaviano, ambos recursos a tono de las referencias que el director y los guionistas, tuvieron en cuenta para realizar Polvareda, una película como las de antes, para disfrutar en la matiné de un sábado de súper acción.