El mundo está loco, loco, loco... (y Hollywood aún más)
Cronenberg propone una despiadada sátira a la industria del cine en la que se burla de los egos, las miserias, el universo new-age, la cienciología, la obscenidad, el cinismo, la hipocresía, la codicia y el desprecio de las estrellas (tanto preadolescentes como adultas) de la fauna hollywoodense.
El director de Crash: Extraños placeres y Una historia violenta propone en Polvo de estrellas una estructura coral, aunque con la inmensa Julianne Moore (ganadora del premio a la Mejor Actriz en el último Festival de Cannes) como el eje de la narración en el papel de una actriz neurótica y desesperada por conseguir papeles que ahora suelen obtener colegas más jóvenes. Mia Wasikowska (como una chica inocente que llega a Los Angeles y desatará el caos), Robert Pattinson (un conductor de limusinas con aspiraciones artísticas), John Cusack (un millonario y excéntrico gurú espiritual) y Evan Bird (un cruel astro de 13 años a-lo-Justin Bieber) son otros de los personajes que desfilan por esta comedia negrísima, sin red, que incluye sexo, escatología, perversiones, diálogos chocantes y hasta explosiones propias del gore más explícito.
Entre Las reglas del juego, de Robert Altman, y un tono que remite al Todd Solondz de Felicidad, el nuevo y desenfrenado trabajo de Cronenberg resulta una experiencia despareja, es cierto, pero con algunos inspirados momentos que tienen el sello de un director que sigue haciendo gala de una libertad y de una audacia asombrosas para el cine contemporáneo. Aunque no se ubique entre sus mejores pelìculas, un Cronenberg "menor" sigue siendo cine mayúsculo.