Un titulo tan críptico como lo es crítico y con un despliegue actoral sobresaliente.
Las películas de Hollywood a esta altura del partido no son ninguna novedad. Casi todas tratan sobre lo mismo: Arrogancia, Soberbia, Excesos, Exitismo, Hipocresia, Humillación, Histeria y Desesperación. Pero como todo fenómeno refritado, el talento no pasa tanto en buscar un nuevo tema, sino como exponer lo ya visto bajo una nueva luz. El viejo y querido “Dame lo mismo, pero de modo diferente”. Eso es lo que hace David Cronenberg con Polvo de Estrellas, una película que toma estos cliches pero que son nada más que el escenario, una antesala de los verdaderos fantasmas que atosigan a sus protagonistas.
¿Cómo está en el papel?
Polvo de Estrellas cuenta tres historias. Por un lado tenemos a Agatha (Mia Wasikowska), una joven que viene de Florida a Los Angeles para encontrarse con su familia, donde traba amistad —y luego algo mas— con Jerome (Robert Pattinson), un chofer de limusinas, aspirante a actor y guionista, y consigue trabajo como asistente de Havana Segrand (Julianne Moore), una actriz en decadencia.
El segundo arco narrativo involucra a la arriba mencionada actriz que está desesperada por conseguir el rol protagonista en la remake de una película que fue protagonizada en su versión original por su madre. Havana empieza a sumergirse progresivamente en la locura cuando empieza a tener visiones de su madre (Sarah Gadon) que se le aparece con el aspecto que tenía en aquella película.
El tercer arco narrativo involucra a la familia de Agatha. Su hermano, una estrellita joven recién salida de rehabilitación por drogas; su madre (Olivia Williams), que maneja agresivamente su carrera; y finalmente, su padre (John Cusack), un terapeuta prestigioso de Hollywood, quien tiene entre sus pacientes a Havana.
El guion de la película es bastante claro en su construcción, tanto de los personajes como introducir un verosímil del mundo en donde viven. Pero cuando la película indaga más en los conflictos que sostienen a cada una de las tramas, es cuando la película empieza a multiplicar las capas de subtexto, y por ende, su complejidad. Cuando estas se presentan es cuando nos percatamos que toda la crítica al sistema de Hollywood es en realidad una excusa, que a la postre deja expuesto al verdadero tema de la película: Los hijos que pagan las culpas de los padres y prácticamente los condena a repetir su historia.
¿Cómo está en la pantalla?
Del Cronenberg moderno (etapa iniciada con Una Historia Violenta), esta es la película donde más se nota el estilo de sus primeras películas. La evolución turbia de tema y trama se hace sentir en las elecciones de iluminación y el uso del color en cada plano. Cronenberg mantiene una puesta de cámara simple; sin atraer mucha atención a si misma. Las escenas cuando no están resueltas en un solo plano maestro, están resueltas en plano-contraplano. Esto se debe, al menos es lo que me parece a mí, para permitir el mejor lucimiento del aspecto actoral que es el plato fuerte de la película.
El aspecto actoral, per se, es sobresaliente. Polvo de Estrellas es la película que mejor expone a Cronenberg como director de actores. No hay una sola actuación que desentona; hasta los bolos entregan actuaciones memorables. Pero de todo el ensamble, la que destaca es definitivamente Julianne Moore que se roba la película con cada escena en la que aparece. Merecidísimo, a mi juicio, su premio en Cannes.
Conclusión
Aunque un poco desafiante para el público mainstream, por el tema que abarca y cómo lo abarca, pero con un elenco que da placer verlo interpretar, Polvo de Estrellas es una película tan compleja como lo es profunda, donde el humor negro y el melodrama viven en sintonía. El que quiera ver una propuesta autoral fuerte, pero agraciadamente ejecutada, tal vez quiera darle una oportunidad.