Con la lava lavada
Siempre, pero siempre ¿eh?, que hubo una catástrofe hay una parejita en el medio. Así como a James Cameron se le ocurrió que un marinero se entretuvo viendo los besos de Jack y Rose en la cubierta en Titanic, y por eso embiste el iceberg, en Pompeii no hay témpanos, pero sí un amor entre dos jóvenes de distintos estratos sociales cuando pase el temblor.
Porque en Pompeii (que no tiene nada que ver con un árbitro de fútbol) son Cassia (Emily Browning, de Una serie de eventos desafortunados) y Milo (Kit Harrington, Jon Snow en Game of Thrones). Ella, hija de un acaudalado señor de Pompeya. El, más conocido como el Celta, vio de niño cómo los romanos mataron a su padre y a su madre y, convertido en esclavo, llega a Pompeii para ser gladiador.
Allí también arriba el Senador Corvus (¡Kiefer Sutherland!), que vino a hacer negocios en nombre del emperador Titus, pero que antes fue el que encabezó la masacre de los celtas. Milo, a quien se ve que no le gustaba su nombre porque tarda en decir cómo se llama, lo reconoce enseguida. En el año 79 DC no había Google, cuando vio a Corvus casi dos décadas atrás era de noche, pero la memoria visual de Milo no tiene parangón. Como tampoco su sueño de venganza.
Y menos la parafernalia que el director inglés Paul W. S. Anderson (el de la saga de Resident Evil con su esposa Milla Jovovich) despliega cuando el Vesuvio entre en erupción. Paradójicamente, Atticus, esclavo de piel oscura, le aclara a Milo: “Es la montaña que gruñe de vez en cuando”. Y se viene una, que otra que el reciente bólido de Santa Fe.
“Que empiecen los juegos (con j)”, dice Corvus/Kiefer, y remeda no a su Jack Bauer en 24, pero sí a su padre Donald en Los juegos del hambre. La cosa es que cuando empiecen los fuegos del volcán, está clarísimo que cada dólar invertido está allí, en las imágenes CGI y los efectos especiales, y no en la cuenta de los libretistas.
Sí han pagado a un elenco de nombres. Carrie-Anne Moss (a quince años de su Trinity en Matrix) ya no hace de chica, sino de madre, y Jared Harris, que es el hijo de Richard harris, hace del padre de Cassia.
Y así, combinación entre Gladiador, Titanic y Vulcano -o Terremoto, o La aventura del Poseidón, o cualquier película de catástrofe o las peplum de hace sesenta años-, Pompeii pasa ante los ojos sin lastimar. Y no, no es una catástrofe.