MÁS ALLÁ DE LA VANIDAD
En primera instancia, Poner al rock de moda puede parecernos un acto de excesiva vanidad: que un grupo como Banda de turistas, que lejos está todavía de la masividad y la mitificación y reconocimiento del mundo del rock, piense en un documental en el que exponen su intimidad es delirante en su egocentrismo. Sin embargo, a partir del trabajo del realizador Santiago Charriere, es que la película termina justificándose y hasta tematizando un conflicto central, como el de la necesidad de construir un hit para introducirse fuertemente en el mercado del rock. Que de eso se trata en fin la película, de monetizar un sentido artístico, de hacer canciones populares y de poner al rock de moda, aunque suene contradictorio con la conducta irreverente que históricamente ha marcado el género. Nunca podrá ser moda.
Charriere acumula material: filma a los músicos en ensayos, mientras producen su nuevo disco, mientras viajan entre diversos puntos de las giras, cuando tocan en vivo. No es un típico documental de entrevistas, es de registro y observación, y se incluyen pasajes ficcionados con un Luis Luque en plan productor musical setentoso. Incluso, ninguna canción de la banda aparece entera en el film. El director, consciente de que su película precisa públicos por fuera de los fans del grupo, lo que hace es tomar a Banda de turista como concepto: el conjunto de jóvenes voluntariosos con ganas de triunfar. Ese es el eje del documental: cómo se edifica ese triunfo, cómo se lo trabaja, cómo se le da forma. Poner al rock de moda necesitaba de una banda que no fuera de las más masivas, pero sí de las que conocieran el circuito y mantuvieran ese aliento de la ilusión. Un hitazo como Química es el gancho que da entidad y cohesiona la búsqueda de la película.
Poner al rock de moda se vale de múltiples recursos visuales para contar su historia (en el fondo es un documental que sostiene un hilo narrativo) y eso le permite cierto nervio que saca de la monotonía a otros pasajes, donde las discusiones sobre los caminos que va tomando el disco se vuelven un poco abstractas. Si bien no es necesario ser fan de Banda de turistas para disfrutarlo, sí es necesario un espectador curioso sobre cómo es el trabajo de construir y desarrollar una idea artística, y en este caso convertirla en disco. Así el documental justifica su existencia y elude lo vanidoso, o al menos lo disimula bien.