A los 90 años, Bernardo Arias, un cineasta de la vieja escuela, sueña hacer una película sobre el arte y tiene en claro que es una tarea ardua y compleja. Su amigo, el pintor y escultor Antonio Pujía, decide colaborar poniendo su conocimiento y su trayectoria. Al realizador Marcelo Goyeneche, quien conoce a Bernardo, se le despierta un sueño y le ofrece su ayuda, y le pide poder registrar con su cámara el trabajo cotidiano de ese hombre que ama apasionadamente la antigua cinematografía nacional. Este proyecto individual se convierte en un deseo compartido a través de los distintos relatos y de una nueva pregunta: ¿qué los moviliza a seguir transitando la búsqueda del arte?