Cuando un adulto alcanza la tercera edad y, por ende, la edad del retiro, no se puede negar el potencial para hacer de ello una comedia. Claro que se debe mantener cierta vigilancia ante la temática para que sea efectiva, fresca y, desde luego, respetuosa. Ejemplos chabacanos, efectivos y no tanto, los recibimos en su mayoría de la comedia americana. El que una comedia francesa (un género y un cine que siempre tuvieron un coto asegurado en nuestro país) quiera abarcar este tema garantizaba por lo menos una mirada distinta. Por Fin Solos consigue medianamente ese objetivo.
Años no tan dorados
Si hay que concederle algo a la película es la manera en que sostiene el conflicto en su primera mitad, donde la meta de la pareja protagonista (evitar ser niñeros de sus nietos a cualquier precio) predomina una gran parte de la narración: argucias tales como tener grandes momentos de tensión a partir de una llamada telefónica, fingir que ayudan a los necesitados, mentir sobre una incontinencia y padecer al padre de esos nietos cuando su hija lo echa de su casa.
Por otro lado tiene una sucesión de gags recurrentes tales como la edad de los personajes, el deseo de irse a Portugal, lo políglota que es su hijo y, en particular, un alarma cardíaca que recibe como regalo el personaje de Michelle Laroque que la hacer tener visitas constantes (y accidentales) de los paramédicos. Todos detalles que, si bien condimentan la primera mitad, se vuelven un reiterativo salvavidas de la segunda, cuando se le acaban las situaciones cómicas y envían a la película de manera progresiva hacia ideas desactualizadas y metidas con calzador, tales como la homosexualidad de uno de los hijos revelada como un gran escándalo.
Otra consecuencia es que ingresa en una predictibilidad, motivada más por la necesidad de mostrar la imagen de la familia feliz, que por una progresión narrativa.
En materia visual Por Fin Solostambién es un 50/50, porque hay cuestiones efectistas que no dicen nada; tales como el uso de lentes de gran angular en primer plano para las escenas donde se ve trabajando al personaje de Laroque, sin otra utilidad más que poder ver en profundidad la fosa bucal de su paciente. Sin embargo, hay ciertos detalles de puesta en escena hechos con inteligencia, tales como la pareja protagonista y su agente inmobiliario cuando se encuentran en busca de duchas. Se produce un plano/contraplano interesante que tiene al agente limpio de obstrucciones, mientras que a la pareja la vemos a través de un vidrio con múltiples rayas como ilustrando la idea de que se encuentran atrapados detrás de aquello que quieren evitar.
En materia actoral, Thierry Lhermittey Michele Laroque (actores que más de uno recordarán por integrar el elenco de El Placard, de Francis Veber) componen una dinámica pareja de casados retirados. Igualmente, no son pocas las veces que Laroque es quien gana ventaja sobre Lhermitte, en particular por ser su personaje el más determinado a buscar la soledad de la pareja.