La nueva película del realizador de “8 mujeres” y “La piscina” toma un caso real de un sacerdote católico de Lyon que abusó de muchos menores durante años y cuenta la historia personal de cuatro de ellos, que decidieron hacer pública la dolorosa situación.
El caso real de un cura de Lyon que, durante muchos años, abusó de muchísimos niños en la ciudad es tratado por el realizador francés de una manera un tanto curiosa para él, manteniéndose fiel a los hechos reales y tratando de mostrar la intimidad del trabajo de un grupo de hombres que tomaron la decisión de hacer público que fueron abusados y trataron de llevar al padre y a sus superiores a juicio.
Ozon va yendo y viniendo por los distintos personajes relacionados con el caso, eligiendo una estructura de cuatro partes, lideradas cada uno por un personaje diferente. El primer denunciante es Alexander (Melvil Poupaud), que saca el tema a la luz pese a pertenecer a una familia muy católica y practicante. Luego lo hará François (Denis Ménochet), que es el que se dedica de manera más agresiva a organizar una campaña para denunciar al religioso, seguido por otro abusado, el mediador y organizado Gilles (Éric Caravaca). Y, por ultimo, lo hará Emmanuel (Swann Arlaud), que acaso es el que quedó más visiblemente golpeado por los abusos y que se suma el grupo una vez que ellos ya hicieron públicas sus denuncias.
La pelicula es larga, 137 minutos, y un tanto repetitiva en su construcción, con escenas que se parecen demasiado entre sí y en las que salen a la luz no solo los abusos del religioso sino las estrategias posibles para acusarlo. En ese sentido el filme no es muy creativo y no se parece demasiado a otras películas de Ozon, ya que bordea cierto registro naturalista y casi televisivo en la construcción de la trama que hoy sigue en pleno proceso. Lo que sí vale la pena de la pelicula es la descripcion de la intimidad de los denunciantes, ya que en los tres casos citados queda claro que el “heroismo” que conlleva hacer público este tipo de acosos se ve complicado por reacciones no siempre positivas de los propios familiares y parejas de los abusados/denunciantes.
Ese costado, menos conocido, le da a este film –que en otro sentido es hasta mecanico y moroso– una complejidad que de otra manera no tendría. Es que los hombres que salieron a enfrentar un enorme dolor que los atraviesa de por vida se encontraron con apoyo, sí, pero también con mucha resistencia. No sólo pública, de vecinos, escuelas, autoridades o, previsiblemente, de la propia iglesia. Sino de algunas personas que, al menos todos suponemos, deberian solidarizarse y ayudarlos. Pero cada familia es un misterio…