Por Gracia de Dios: La Iglesia como pecado.
Una elegante crónica francesa de los casos de abuso que sacudieron al mundo en los últimos años, aprovecha la ficción para hacerle justicia a una realidad que al día de hoy deja a miembros culpables de la Iglesia en libertad, y lo hace sin crudeza ni melodrama.
«Por Gracia de Dios» arranca con un intercambio demasiado cordial de cartas entre un padre de familia cristiano a una de las cabezas de la iglesia de Francia. Apenas si se nota por el tono y las formas que están discutiendo la implicación de uno de sus más importantes curas en múltiples casos de abuso durante las últimas décadas. Una reacción en cadena y un efecto dominó de extrema valentía cuando una serie de víctimas, de ese mismo sacerdote, comienzan a levantar sus voces cuando se enteran que él mismo continuó trabajando con niños en total impunidad durante todos estos años a pesar de constantes acusaciones ante la Iglesia.
Basada en la historia real que sacudió Francia puntualmente y el cristianismo en general en los últimos años, se trata de un retrato de las consecuencias con las que deben sobrevivir las víctimas de abuso. Particularmente se trata de hombres que luego de décadas encuentran la fortaleza de enfrentar de forma pública el ataque que sufrieron cuando niños en manos de un miembro de la Iglesia que traiciona su confianza desde una posición de poder y privilegio en comunidades sumamente cristianas, pero al mismo tiempo trasciende lo particular para reflejar la lucha de sobrevivientes de abuso de forma mucho más general y universal.
Comienza de forma elegante y sumamente estructurada, pero pronto descubriremos que eso es consecuencia de su primer protagonista. La cinta va a pasarle la batuta un par de veces entre sus personajes principales, cuando el rol más vital de uno culmina pasa a presentar y enfocarse completamente en otro. Estas transiciones resultan sumamente orgánicas a la narrativa, permitiendo no sólo mostrar variadas reacciones de las tantas víctimas sino además explorar los distintos grados de impacto que tiene este tipo de abuso. En ningún momento se vuelve cruda, más allá de testimonios en palabras, y prácticamente no toca momentos melodramáticos.
La tarea de todo el elenco es fantástica, con infinidad de personajes medianos y pequeños que dan vida con suma naturalidad a un relato llevado por el pulso experto del director François Ozon. No vemos solamente sobrevivientes enfrentarse a su pasado, sino la respuestas de sus familiares, padres, hijos, jefes, amigos y parejas que apoyan o se incomodan ante la valiente lucha que están intentando ganar contra el estigma. Sumado por supuesto a una de las instituciones más poderosas del planeta. El resultado es una ficción sobria pero potente que utiliza la historia real para explorar de forma fantástica temáticas como el abuso, la religión y la respuestas de la sociedad ante sobrevivientes, al mismo tiempo que le hace justicia a los hechos. Presenta además variedad de perspectivas, incluyendo fieles cegados por su fe o creyentes que se ven reforzados en el cristianismo aún luego de sobrevivir tal abuso.
No es una película que condene a la Iglesia o la religión, pero definitivamente no tiene pudor en cuestionar las formas nefastas en que se ha manejado la misma por los siglos de los siglos. A